.... por las noches, en los días previos a su cumpleaños tramaba secretamente la excusa perfecta para zafar de esa situación que le parecía tan penosa, penosa no en el sentido de pena o tristeza sino en el de vergüenza y bochorno. Era buena para inventarse justificaciones creíbles estaba segura que cualquier cosa dicha con la suficiente seguridad podría parecer verdad a los demás, siempre le funcionaba, quizá porque tenía toda esa fama de eficiencia y puntualidad acumuladas. Su foto encabezando el cuadro de honor del colegio todos los años le otorgaban una credibilidad envidiable, incluso detrás de sus anteojos, sus zapatos varoniles y su eterno guardapolvo blanco había un poder de convencimiento oculto en ese casi disfráz que usaba todos los días desde hacía ya diez años.
Sin embargo los cumpleaños, sus cumpleaños habían sido siempre un acontecimiento que no lograba dominar con ninguna de sus estrategias, pero era perseverante y cada año regresaba ese temblor en su pecho, como una emoción contenida que en esas fechas le interrumpía las lecturas y le hacía levantar la vista para perderse unos segundos en la nada. Lo que le hacía ilusión no era festejar sus cumpleaños sino encontrar la forma de librarse de él.
julio 27, 2010
julio 26, 2010
julio 05, 2010
Las tres de la mañana es la hora perfecta para encontrar complicidades, basta mirar las luces encendidas a esa hora. Me reconforta ver esa luz en las ventanas de los edificios vecinos, pienso que somos una legión los insomnes, los que tenemos una vida paralela. Mas si esa luz sale de un monitor, no la titilante y amenazante tenacidad de los flashes de un televisor, sino el suave reflejo plomizo casi azul de un monitor. Una ventana abierta, una hoja en blanco un espacios para salir o para entrar, pero sobre todo para no quedarse donde uno esta. Algunos se emborrachan, otros aspiran algo ocultos en baños publicos, yo me trasnoche buscando cosas imposibles por internet, o la mayoria del tiempo solo esperando.
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