diciembre 29, 2012

Las vacaciones son el tiempo perfecto para romper las rutinas, comer demás y caer en la inercia del ritmo de las fiestas.
Mi padre mira un programa de "todovale" un ring donde dos tipos con guantes se rompen a trompadas, lo ve sin parpadear con el volumen alto porque hace tres semanas que se lo viene perdiendo. Todos los niños que inundan la casa se apoderaron de la tele y con ella de cualquier otra programación diferente a la infantil.
"Que le den su lechita y a dormir" dice el réferi mexicano cuando le dan un nock out a uno de los jugadores, mi padre se mata de risa en su sillón, tiene más de sesenta años mi papá y según me confesó la otra noche mientras tomábamos un té, cree que está viviendo la yapa de su vida en realidad a él llegar a sesenta ya le pareció un milagro. Verlo reírse así, me reconforta pues parece lejos de cualquier cosa que pueda arrebatarlo de nuestro lado.
En esta casa no se cena, se toma un té o un café al final de la tarde. Intento en vano explicar a mis amigos cochalas que el té no es como el té inglés y toda su ñoña mitología, pero con su bagaje gastronómico les es imposible comprender que un té es solo un té y no una ceremonia tonta de tacitas de porcelana. Todavía más específicos son los tés de mi familia, esos ni intento explicárselos a nadie, pero ahí suceden muchas cosas. Se cierran círculos se construyen recuerdos, se escriben epitafios.
El té o el café, o cualquier cosa que se tome no tiene ningún sentido si no es por las cosas que se dicen, por los silencios que se sostienen, por la interrupciones de los niños.

Una tarde decidieron mover un molle pequeño que estaba en el jardín, trabajaron toda la tarde, sacaron muchas rocas pero la raíz del arbolito se metía en todos los recodos de la tierra, serpenteando por todos los rincones. Al final de la tarde decidieron no moverlo más, les ganó con cincuenta centímetros de altura y tres metros de raíz.
Fue en una de las veces que tomamos té que mi papá me pidió que entierre sus cenizas debajo de ese molle, le pregunté porqué aunque era obvio, sorprendido quizá por mi pregunta y seguro del aura de cursilería de su confesión dijo intentando darle un connotación práctica a su deseo poético "es que no hay como descansar debajo de un árbol".

diciembre 11, 2012

sobre el orden

La peor forma de comenzar un lunes es olvidando las llaves.
Uno intenta ser optimista porque es lunes y ya se sabe que las desgracias acontecidas en este día saben peor. En la puerta cerrada de mi oficina, saco el celular para mandar unos mensaje de auxilio a mis compañeros y me topo con la segunda microtragedia del día, los que llegan temprano tienen una reunión fuera y llegarán tarde.

Respiro hondo tal vez es una oportunidad para visitar a mi hermana en su oficina y de paso me invita desayuno. Soy una persona con suerte me digo mientra dejo el celular, tengo la opción de la oficina de mi hermana, a los diez minutos de decir esto estoy entrando al edificio donde está la oficina de mi hermana, pero oh! sorpresa no está y todos sus amigos que normalemente llegan temprano justo hoy no han llegado, me trago lentamnente mi discursito sobre mi suerte y me siento en las gradas a esperar.

Los lunes siempre estoy cansada así que no tengo voluntad de salir y volver al trabajo a esperar en la puerta, total , me digo, de todos modos voy a esperar en una puerta me ahorraré el traslado a mi trabajo.

Justo el fin de semana un amigo me contaba sobre un vez en la que dejó por olvido sus llaves en otra ciudad, yo le decía que los olvidos tienen su significado, el se justificaba explicandome que era un tiempo en que se olvidaba todo. "por eso mismo" le decía yo, quería hacerme un poco a la inteligente y sacar del olvido mis recuerdos sobre aquellas lecturas freudianas de la universidad, por suerte se me pasó el entusiasmo porque no me acordaba mucho y si mi amigo se ponía preguntón llegaría sentirme muy estúpida intentado hilar partes de teorías llena de telarañas.

En mi caso los olvidos tienen que ver con la cercanía del fin de año y las exigencias diarias que tengo de organización y mis intentos vanos de ir contra mi naturaleza de desorden.

Ya lo decía mi madre "ustedes me salieron bien en todo excepto en el orden", lo dice aun con algo de orgullo pues "todo lo demás" fuera del orden es un universo mucho sólido, el orden puede ser una virtud que acompañe o no a las personas, no se niega su utilidad pero tampoco hay que exagerar su virtuosidad. Por supuesto yo sentada en la puerta de una oficina cerrada a las 9:30 de la mañana empiezo a pensar diferente. Si tan solo hubiese puesto la llave a mi cartera no estaría aqui esperando.

Hasta hoy mis hermanas se rien a mándibula batiente de mis crisis de angustia ante la perdida de diversos objetvos en conflictivos capitulos de mi vida; aprovechan toda reunión familiar para hacer alusión a aquellos desenfrenados episodios de ira desconsuelo y gritos.

Aprecio el orden y la limpieza en general, mas dutante los momentos de arrependiemiento pero me es imposible adquirir el hábito. En la paciente minuciosidad que requieren, en la capacidad de ampliar el espectro de concetración que se hace necesario cuando uno está cortando un recorte de periódico, devolver la tijera a su lugar es una acción perturbadora cuando lo importante es no perder de vista esa noticia.

En diciembre por ejemplo me agarra la onda navideña y ya nada me importa sino tiene que ver con las vacaciones. Solo quiero irme, salir de aquí, apurar el final. Se organizan fiestas y despedidas y todo parece una insufrible agonía. La cuenta regresiva es una tortura. Enseguida llegan los familiares y las casas se llenan, abundan los niños y ahí caigo en cuenta que toda esa espera, la ansiedad del fin me lleva a un nuevo caos, el de las fiestas de fin de año. Así el orden es algo imposible, el orden el silencio, la quietud son cosas lejanas a cualquier realidad donde intervengan humanos, entonces para qué luchar contra la naturaleza?.

noviembre 23, 2012

Miedo a los perros

Soñé con un  perro enorme que se me avalanzaba para hacerme cariños, era de esos pastores alemán grandes y peludos, se restregaba contra mi, me daba cabezasos cariñosos y lenguetazos húmedos. A mi me daba mucha risa esa avalancha de cariño canino, igual le correspondía porque los perros me gustan desde que tengo mi perra Lola, antes les tenía miedo, mucho miedo y eso según dice hace que los perros se den cuenta y te ladren, esa historia de que sienten el miedo fue la historia de mi niñez y gran parte de mi adolescencia.

Gracias a ese miedo memoricé la cábala que me enseñaron mis compañeras católicas, entonces yo también lo era claro, uno no tenía alternativas, muy rápido aprendí eso de "San Roque amarrá a tu perro" repetido como un mantra infinito ni bien detectada la presencia del perro en cuestión. Funcionó un par de veces, tal vez más porque yo me creía tanto que funcionaba que me relajaba y el perro no percibía mi miedo, no tanto porque de veras San Roque fuera tan eficiente. 

Desmoronado el castillo de la verdades católicas la cábala de San Roque quedó sin efecto, y aunque podría gozar de los beneficios y libertades antes restringidos por los prejuicios católicos la verdad es que en el tema de resolver mis temores caninos no tenía nada. Sentía que San Roque se reía de mi "ahí va la agnóstica  ja ja ja ja ja, ahora qué vas hacer con este hermoso cachorro furioso en tu camino, aa es que la señorita no cree, pues jódase! jódase!" y me jodí la verdad. 

Corrí mucho por aquel tiempo, también caminé mucho porque tenía tanto miedo de los perros que prefería darme vuelta y rodear todo el manzano antes que pasar cerca cualquier perro. También usaba morrales que daba vueltas como certeros bólidos para amedrentar a los perros más inteligentes que me atacaban cuando ya no podía correr atrás. Nunca me mordío ninguno, ganas no les faltaban pero yo tenía una variedad de estrategias para evitarles, la más cara y peligrosa fue la de los acompañantes porque que estuve a punto de perder varios amigos y un par de pretendientes que recibieron la mordida de mi parte. 

Me mantuve firme en mi miedo y en no repetir la cábala "sanroquera".  Valió la pena pues un día tuve un reencuentro canico con la perra de un amigo mío a cuya casa caía o resbalaba sin proponérmelo. Suele ocurrir eso de que uno no se da cuenta cómo pero termina frecuentando la casa de un amigo con una repetición vergonzosa, pero como el dueño de casa no parece molestarse pues entonces uno pasa la línea de la confianza sin dificultades. 

Así conocí a su perra. Tenía un pelo entre amarillo y blanco, era grande y lo único que hacía era acercarse y esperar que alguien le rasque la cabeza. Era sencillo y además tenía la gracia adicional de que la perra se relajaba tanto con la rascada que a los poco minutos caí dormida. Era muy gracioso porque era un sueño corto del que despertaba con ganas de que le rasquen más y así podía estar toda la tarde, era buena esa perra, linda y mansa, tranquila y obediente. La trataban como un verdadera dama, lugar ganado con creces por ella misma, "por favor anda afuera" le decía mi amigo en el excato tono que usaba para pedir algo a cualquiera de sus amigos, la perra se levantaba elegante y digna, salía de la habitación sin ningún aspaviento, probando su inteligencia y dominio de las órdenes humanas. Yo me enamoré de ese animal porque era la némesis de esos malditos perros malvados que siempre querían mi pantorrilla de cena.

Aunque la frecuencia de visitas a la casa de mi amigo diminuyó supe pronto que la perra estaba preñada y que él, como siempre en todo lo que hacía, le prodigaba los cuidados dignos de todo obsesivo compulsivo. Se leyó manuales de veterinarios, miró todos lo programas televisivos sobre  partos caninos y se hizo de un nuevo mejor amigo, el veterinario. Yo por supuesto quedé desplazada dados mi precarios conocimientos del mundo animal, pero de tanto en tanto como todo padre primerozo mi amigo recordaba que antes del afán del embarazo él tenía una vida y de alguna forma que ya no recordaba, yo era parte de esas vida además que tenía igualmente el síntoma de padre primerizo más detestable: necesidad de escucha. Necesitaba decir su verdad y los detalles de todos sus saberes recientemente adquiridos y yo fui simpre una perfecta víctima para eso.

Es impresionante toda la cantidad de información que acumulamos para disminuir nuestra angustia. Tanto sabía del asunto de la perra embarazada y de lo que le pasaría cuando nazcan sus cachorros que hasta yo terminé aprendiendo algo.

Finalmente nacieron los cachorros, eran ocho, solo un macho el único amarillo, todas las demás negras como la noche, supimos luego que sus abuelos eran negros aunque el padre era café. En realidad el propósito era que los cachorros sea amarillos y cafés pero para variar la madre naturaleza hizo por ahí una bromita solo para dejar claro que en temas de genes ella manda. 

Me salté a propósito el capítulo del celo y cruce porque lo poco que sé de eso es que la perra regresó del encuentro amatorio, indignada y maltrecha; no se acercó a su dueño por una semana ni para que le rasquen la cabeza. 

Los cachorros eran lindos y bulliciosos, crecieron fuertes cagando y meando por doquier con todos los cuidados de mi amigo y su nuevo mejor amigo el veterinario, pero como todo ser vivo llega un momento en el que deben emprender el camino de la vida por cuentra propia. Para cuando eso sucedió yo estaba emabrazada y desempleada, la combinación perfecta de la depresión y del poder pero esto último lo supe mucho mucho después y ni siquiera ahora podría explicarlo. En punto es que entre risa y risa fui tomando cariño a los cachorros, mis días pasaban entre ataques de miedo por mi futuro y la visitas a mi amigo y sus cachorros. No tenía plata y la promesa de que la wawa viene con un pan debajo el brazo me parecía una más de toda la sarta de cursilerías tontas y edulcoradas alrededor de la maternidad. 

Vivía de unos ahorros pero era evidente que más pronto que tarde tendría que recurrir a la caridad paterna. Por supuesto la peor idea era criar un cachorro ya que en breve tendría un cachorro humano a mi cargo, lo pensé mucho y era evidente que era una locura, una mala idea, un suicidio, por lo mismo lo hice.
Embarazada y desempleada pasé cinco meses en la fiebre de la crianza canina, leí libros de entrenamiento, enseñé a la criatura a mear y cagar fuera claro que después de limpiar al menos una tonelada de cacas y una cisterna de meados caninos. Tuve que pedir disculpas a familiares y vecinos por zapatos, camisas, calzones, mangueras, y un largo etcétera de artículos masticados.

En un par de ocasiones maldije mi único antojo de embarazada, el tener un perro, pero luego me tranquilizaba ella misma con cariños y esa su oscuridad tan linda. Los libros decían que era cuestión de tiempo que al año se tranquilizaban. Cuando nació mi criatura humana fue exactamente como si le hubiera nacido una hermana, nos alejamos un poco pero las predicciones de los libros se cumplieron. 

Pasaba muchas noches en vela calmando los cólicos de la wawita, cuando lograba tranquilizarla  era yo la que no podía dormir, entonces salía de la cama y me sentaba a leer algo o solamente a esperar que amanezca. En esas angustiosas noches de madre primeriza la Lola venía a enroscarse a mis pies, a sentarse a mi lado dando una vuelta sobre sí misma como hacen los perros, y se quedaba conmigo acompañándome en los momentos más borrascosos de la madrugada. Sentada en la penunbra sentía su presencia canina a lo largo del pasillo, caminando directo hacía mí.
Definitivamente mis tiempos de miedo a los perros había desaparecido.

noviembre 15, 2012

Tengo una horrorosa necesidad de hacer manualidades, debe ser la cercanía de la navidad o esta maternidad galopante que llevo encima. Parece que eso de "preparar el nido" tiene cierta verdad, finalmente somos humanos, los instintos tienen su poder.
Para combatir esta difícil patología me he inscrito a un curso de embarazadas, ocho muejres sentadas sobre pelotas haciendo ejercicios de respiración, es patético visto desde la mirada de toda persona que no esté en esta situación, especialmente de aquello no tan normales pero que no quieren tener hijos y la solo idea les produce urticaria.

Yo tengo mala suerte en los temas de escucha, es decir yo escucho bien pero es a mí a quien nadie escucha y sobre todo que no me siento escuchada, así que hablar de temas de maternidad lo dejo para mi blog donde escribo lo que se me pegue la gana, con la secreta esperanza de que no sea taaan aburrido. La familia escucha pero por el teléfono hay cosas que no son lo mismo, mis amigos son en gran parte hombres o mujeres de esos alérgicos al tema, además de que me den un abrazo ante la noticia no puedo pedirles que se interesen demasiado en el asunto. Yo tampoco me interesaba en el asunto, a mi también me deprimían las mujeres que solo hablaban de embarazasos y wawas, pero como nadie aprende en cabeza ajena solo cuando estoy en la situación me hace falta hablar así que la clase de embarazadas es un hueco en la vida sorda a estos temas, lo mejor es que la profe no se queda en la cursilería melosa de la maternidad sino que da información técnica muy útil, cosas que no voy a detallar aquí para no aburrir a nadie.

La última parte del ejercicio es la relajación, respiro profundamene sentada en una pelota levanto los brazos y me pregunto cómo es que yo llegué aquí?. Mis cuestionamientos sobre la edulcorada visión de  la madre se han vuelto más encarnizados con la experiencia, odio profundamente el color rosado y el celeste, escupo tres veces sobre la virgen María y todas las cosas que en su nombre espera la iglesia y sus seguidores de las mujeres, escucho con atención la lista de padres irresponsables de la radio deseo, aunque sea por internet y diferido.
Es una pena que una experiencia tan poderosa sea reducida a ropa horrible, sacrificio y cursilería de la peor calaña.
Sentada en esa pelota solo puedo pensar que lo único que realmetne quiero es que nazca y viva, ojala yo pueda ayudarle. La vida es una mierda pero cometida la irresponsabilidad de concebirle solo quiero que la viva que finalmente es lo único que podemos hacer todos.

noviembre 05, 2012

Entusiasmo

El problema es el entusiasmo, entuasiasmarse. No sirve de nada eso. Pronto, demasiado pronto uno se da cuenta que el entuasiamo no sirve de nada.
Una noche yo le leía un cuento a la Lucía, creo que se estaba aburriendo porque de pronto se entretuvo con los botones de una chompa que yo tenía puesta. Yo me hice a la loca y seguí leyendo, pero ella agarró los extremos de la chompa en intentó pasar los botones por el hojal. Tiene tres años así que según las teorías de desarrollo de los niños recién está desarrollando su motricidad fina. Ella ajena a esas teorías y aburrida de mi cuento intentaba pasar el botón, sus dedos no lo lograban, cuando era evidente la ridiculéz de mi lectura me callé y dejé que siga intentando. Se tardó mucho pero finalmente logró abotonar uno. Luego continuó, eran como diez botones pero ella ni calculó la cantidad ni nada, solo quería intentarlo y de hecho solo llegó al tercero con mi ayuda porque la que se estaba durmiendo era yo.

Yo tengo un historial de intentos fallidos, la iyección del entussiamo es muy efectiva en mi, pero solo para algunas cosas. Veo algo que me interesa y el entusiasmo me inunda al punto que no logro dormir, no estoy tranquila hasta que algo realmetne sucede en mi vida al respecto. Así aprendí a ensartar hilos en la máquina de coser, a hacer burbujas con las manos, a silbar y a jugar Teken.
Curiosamente nunca me sirvió para nada realmetne útil. Sin embargo es una condena, no puedo librarme de eso, me persigue sin importar lo tortuosa o simple que se torne mi vida, soy tontamente entusiasta.
Solo que ahora me viene una variante, son los años lo sé 32 no pasan en vano. Ahora sigo siendo tonta e ilusa, pero al menos sé distinguir entre las tareas imposibles y lo que requieren disciplina.
Uff!! 32 años para eso!.

Al menos por ahora la Lucía me cree la master de las burbujas, con eso me basta.

noviembre 01, 2012

Sobre música

Algunos pensamientos sobre música:

En la radio Deseo había un programa de música experimental, como parte de su presentación la conductora decía que lo importante no es qué música te gusta sino poder escuchar una gran variedad para tener de donde elegir. Su programa tenía "música" super extraña, contemporánea le decía, como a todo lo que no se entiende. Sonaba un tintinéo luego tres minutos de silencio, yo revisaba la radio para ver si no se había desconectado o por si se había perdido la sintonía, pero no, así siempre era el temita.

Un amigo de la adolescencia que me regalo casettes de REM, con tapita impresa en su flamante impresora como gran cosa, y cuadernillo con las letras de complemento, me confesó un día entre risas y restos de verguenza que la música empezó a interesarle más allá de lo que se ponía en la radio cuando se volvió fan de Bon Jovi.

Siempre me gustó la música de las personas mayores, las zambas, los valses y la música de bandas. Eso es lo mío. Quise acercarme al rock con vehemencia, y me gusta algo, pero más por toda la aura que envuelve a sus fans pero era, en mi caso, muy evidente que era forzado.

Tuve una época intensa de valses peruanos, intenté que la música no me siguiera para ayudarme así a digerir ese tiempo salvaje y felíz, por ende irrepetible, pero fue imposible. Yo también quisiera cantar música aforperuana pero sobre todo valses.

Es cierto, cada quiern tiene la banda sonora de su vida. Es inevitable, por eso la música tien tanto éxito aunque sea regeeton, la música nos trae cosas de vuelta y estoy empezando a creer que hasta nos permite ordenarlas mejor vivirlas un poco aunque sea en dos minutos.

Tengo amigos que conocen miles de bandas, todos sus albums, sus giras actuales y futuras, hablar con ellos de esos temas es perderse en un lenguaje desconocido, da verguenza responder siempre "ni idea" cuando te preguntan si conoces a tal o cual manda. Un destello de ofensa en sus ojos me obliga a permanecer bajo perfil cuando surgen esas conversaciones.


Una chica en el facebook, que conozco poco de esas personas que uno pone como conocidos pero con el tiempo se hacen desconocidas, esa chica puso "cuando sea grande quiero ser cantante afroperuana", le puse "me gusta" porque yo también.

octubre 29, 2012

Lunes

Hace un par de días fue mi cumpleaños, y de lejos fue el peor que tuve en la historia. No quiero ni recodar los detalles que lo hicieron tan horrible pero ya en la noche asocié mis desgracia personal con una conversación que tuve con un amigo psicólogo hace algún tiempo.

Nos encontramos por casualidad despues de muchos años y  me contó que había abierto su consultorio y que se dedicaba a él tiempo completo. Estábamos cerca de un feriado así que le dije, a modo de seguir la conversación, que al menos tendría un feriado para descansar. Pero él respondió que le costaba mucho cerrar su consultorio sobre todo los feriados y fines de semana que es cuando más llamadas recibía de sus pacientes. Normal, las festividades son los mejores momentos para esperar ciertas cosas y que no sucedan, de ahí el regreso a los conflictos existenciales, el regodeo en la propia desgracia.
La "normalidad" siempre ayuda de calmar las cosas, pueden echar pestes contra la rutina, pero no hay nada como perderse en la pautas marcadas y en lo que se tiene que hacer. Así mi amigo no trabaja en lunes, que es el día que nunca recibe llamadas de sus pacientes.

Tal vez los lunes son sus feriados, los días que él llama a su psicólogo.


octubre 26, 2012

De regreso

La gente está loca. Lo compruebo y re compruebo hoy que no tengo ninguna gana de trabajar, disimulo con unas cotizaciones pendienes, el excel abierto miestras doy vueltas en la web esperando que alguién me hable en el chat, que alguna noticia me sorprenda, pero nada, simplemnte quiero que pasen las horas y sea hora de irme a casa y dormir.
Le digo a mi hermana sobre mi aburrimiento, por chat claro, y ella me da algunos links, uno de una página de recetas de galletas con unas fotos pero de revista! y además de aburrida termino hambrienta con ganas locas de comerme unas galletas.
Veo uno que otro blog, Dios! hay tantos blogs, me acuerdo de varias cosas, una es un capítulo de Dr. House en el que una paciente tiene un blog y escribe a diario, va años con su blog y toma muchas decisiones de su vida de acuerdo a lo que dicen sus seguidores, no los conoce por supuesto o ha tenido algun encuentro raro, pero amigos lo que se dice amigos no tiene, entonces se le aparece una situación médica compleja (no me acuerdo exactametne cual) pero tiene que decidir algo así como entre una histerectomía o arriesgarse a un cáncer pero conservar la posibilidad de tener familia en el futuro. Era así una decisión compleja. Después de unos segundos de duda, la mujer congelada con la mirada perdida, pide que le traigan su compu portátil y pone la decisión a consideración de sus "seguidores".

Para mi esa era la verdadera enfermedad de la tipa, muy raro a mi parecer, extraño y loco. Como siempre House le jodió hasta el final para hacerle dar cuenta de esa su locura, en fin no me acuerdo como termina, pero lo menciono porque es increíble las cosas que la gente pone en sus blogs, yo misma aquí escribiendole a la nada y a la vez a todos.

Este no es un impulso nuevo, seguramente los sociólogos ya lo tienen todo analizado y resuelto, debe tener que ver con el estilo de vida, la necesidad de aceptación, la decadencia de las relaciones humanas, la globalización, el capitalismos y la soledad humana.

Otra cosa que me recordé es que yo fui muy fan de los blogs y por eso me abrí este. Lo triste en Bolivia es que en general la gente no lee blogs y ni siquiera te visitan, mas bien ahora se puede ver cuantas visitas tienes y eso te alienta, pero cuando uno inicia es en verdad como escribirle a la nada.

De cualquier forma es extraño como uno siempre termina regresando como yo ahora, como si le debiera algo a alguien o a mí misma, conciente de la tontera que es escribir en un blog pero incapaz de resistirme a la tentación, es un poco como enamorarse supongo. Uno sabe, con el tiempo (aunque a veces ni así), que lo mejor es mantener su distancia de algunas cosas y situaciones, pero cuando nos vemos en el momento, saltamos otra vez como si no hubieramos aprendido nada. Somos humanos, por eso idiotas supongo, en fin, no voy a luchar contra mi naturaleza, por eso este post. Ojala que de regreso.

agosto 25, 2012

Nuestros intentos eran tontos y sin embargo no podíamos evitarlos
cuando toda esperanza pareció diliuirse
nos acogimos al silencio
al anonimato

A escuchar de otros, a sospechar nuestras acciones, a intuirnos
el mar del silencio no bastó para callarnos
lo sellado con sangre estaba siempre gritando

Nos mareaba el trabajo, las novedades de la ciudad desconocida
pero algo se había fraguado entre las montañas
un eco, un ruido
nos tapabamos los oidos para poder vivir
necesitamos un pacto para vivir
pero al poco de no escucharlo volvíamos a él
incapaces de vivir sin nuestra condena




agosto 23, 2012

MONÓLOGO DE UN PADRE CON SU HIJO DE MESES

Enrique Lihn

Nada se pierde con vivir, ensaya:
aquí tienes un cuerpo a tu medida
Lo hemos hecho en sombra por amor a las artes de la carne
pero también en serio
pensando en tu visita como en un nuevo juego gozoso y doloroso;
por amor a la vida, por temor a la muerte y a la vida,
por amor a la muerte
para ti o para nadie.

Eres tu cuerpo, tómalo, haznos ver que te gusta como a nosotros este doble regalo que
te hemos hecho y que nos hemos hecho.
Cierto, tan sólo un poco del vergonzante barro original,
la angustia y el placer en un grito de impotencia.
Ni de lejos un pájaro que se abre en la belleza del huevo,
a plena luz, ligero y jubiloso, sólo un hombre:
la fiera vieja del nacimiento, vencida por las moscas, babeante y rebosante.

Pero vive y verás el monstruo que eres con benevolencia
abrir un ojo y otro así de grandes,
encasquetarse el cielo, mirarlo todo como por adentro,
preguntarle a las cosas por sus nombres
reír con lo que ríe,
llorar con lo que llora,
tiranizar a gatos y conejos.

Nada se pierde con vivir, tenemos todo el tiempo del tiempo por delante
para ser el vacío que somos en el fondo.
Y la niñez, escucha:
no hay loco más feliz que un niño cuerdo
ni acierta el sabio como un niño loco.
Todo lo que vivimos lo vivimos ya a los diez años más intesamente;
los deseos entonces se dormían los unos en los otros.
Venía el sueño a cada instante,
el sueño que restablece en todo el perfecto desorden
a rescatarte de tu cuerpo y tu alma;
allí en ese castillo movedizo eras el rey, la reina, tus secuaces, el bufón que se ríe de sí mismo,
los pájaros, las fieras melodiosos.

Para hacer el amor allí estaba tu madre
y el amor era el beso de otro mundo en la frente,
con que se reanima a los enfermos,
una lectura a media voz,
la nostalgia de nadie y nada que nos da la música.

Pero pasan los años por los años y he aquí que eres ya un adolescente.
Bajas del monte como Zaratustra a luchar por el hombre contra el hombre:
grave misión que nadie te encomienda;
en tu familia inspiras desconfianza,
hablas de Dios en un tono sarcástico, llegas a casa al otro día, muerto.
Se dice que enamoras a una vieja, te han visto dando saltos en el aire,
prolongas tus estudios con estudios de los que se resiente tu cabeza.
No hay alegría que te alegre tanto como caer de golpe en la tristeza
ni dolor que te duela tan a fondo como el placer de vivir sin objeto.
Grave edad, hay algunos que se matan porque no pueden soportar la muerte,
quienes se entregan a una causa injusta en su sed sanguinaria de justicia.
Los que más bajo caen son los grandes,
a los pequeños les perdemos el rumbo.
En el amor se traicionan todos,
el amor es el padre de sus vicios.
Si una mujer se enternece contigo le exigirás te siga hasta la tumba,
que abandone en el acto a sus parientes,
que instale en otra parte su negocio.

Pero llega el momento fatalmente en que tu juventud te da la espalda
y por primera vez su rostro inolvidable en tanto huye de ti que la persigues a salto de ojo,
inmóvil, en una silla negra.
Ha llegado el momento de hacer algo parece que te dice todo el mundo
y tu dices que sí, con la cabeza.
En plena decadencia metafísica caminas ahora con una libretita de direcciones en la mano,
impecablemente vestido,
con la modestia de un hombre joven que se abre paso en la vida,
dispuesto a todo.
El esquema que te hiciste de las cosas hace aire y se hunde en el cielo dejándolas a todas en su sitio.
De un tiempo a esta parte te mueves entre ellas como un pez en el agua.
Vives de lo que ganas, ganas lo que mereces, mereces lo que vives:
eres, por fin, un hombre entre los hombres.

Y así llegas a viejo como quien vuelve a su país de origen después de un viaje interminable corto de revivir, largo de relatar,
te espera en tí la muerte, tu esqueleto con los brazos abiertos,
pero tu la rechazas por un instante,
quieres mirarte larga y sucesivamente en el espejo que se pone opaco.
Apoyado en lejanos transeúntes vas y vienes de negro,
al trote,conversando contigo mismo a gritos, como un pájaro.
No hay tiempo que perder, eres el último de tu generación en apagar el sol y convertirte en polvo.

No hay tiempo que perder en este mundo embellecido por su fin tan próximo.
Se te ve en todas parte dando vueltas en torno a cualquier cosa como en éxtasis.
De tus salidas a la calle vuelves con los bolsillos llenos de tesoros absurdos: guijarros, florecillas.
Hasta que un día ya no puedes luchar a muerte con la muerte y te entregas a ella, a un sueño sin salida, más blanco cada vez, sonriendo, sollozando como un niño de pecho.

Nada se pierde con vivir, ensaya: aquí tienes un cuerpo a tu medida,
lo hemos hecho en la sombra por amor a las artes de la carne pero también en serio,
pensando en tu visita
para ti o para nadie.

agosto 17, 2012

Intento solucionar la vida desde  la computadora portátil,
pero no se puede, no se deja
la angustia no cede, ni con diez ventanitas de chat abiertas

En el computador uno es un Dios estúpido
cree en el poder del clic
en el salmo del pago a distancia
pero aquí es agosto y el viento lleva mierda a nuetras bocas

El vestido chic comprado en la ropa usada me queda bien
pero es cómico en estas calles de polvo

En mi revista española la gente se queja de vivir en orden
les hastía lo hipoalérgico, la rectitud, los letreros de no fumar
yo solo quiero que ninguna moto me quite la respiración al bajar del micro
zafar de la brutalidad diaria del transporte público

Pero todos tenemos lo que no queremos

agosto 09, 2012

La crónica imposible I

Sobre el mesón están las verduras, el cuchillo, la tabla de picar, mi compu portátil con modem de internet y en la pantalla la primera jornada de la conferencia de escritores, por primera vez pasada por streaming.
Mientras la Directora del Centro Patiño da las palabras de bienvenida mi hija me pide que busquemos su cuaderno perdido, le gusta dibujar en el mismo mesón donde yo cocino. Dos cosas vienen a mi mente mientras me agacho para mirar debajo del sillón:

La frase de un libro que leí hace mucho, cuando tenía un trabajo normal que odiaba y me hacía infelíz, una frase de la hoja de agradecimientos donde la autora le decicaba una frase a una amiga suya, cerraba diciendo "...... que me acompañó en años difíciles tratando de equilibrar trabajo y familia".

El segundo pensamiento es más bien una pregunta ¿cuanto tiempo puede soportar el oído humano una misma palabra?, la Lucía repite mamá millones de veces al día y en algún punto, sobre todo de la noche, entro en crisis porque la dichosa palabrita me taladra el tímpano.

Dibujo muchos cícurlos en una hoja y la Lucía les pone ojos, boca, patas y manos. Se toma su tiempo, yo pelo la cebolla y la corto en pedacitos. Claudio Ferrufino ha comenzado a hablar se remite a los griegos, habla de la violencia en los griegos del amor, del sexo, de Elena y toda la guerra de Troya desatada por ella y las imprudencias de Paris. La escena de la peli reciente, me golpea y me río solo de pensar lo amanerado que se ve Paris y que por su culpa se arma tremendo despute.
Ya cuando estoy empezando a aburrirme Ferrufino habla de Batman, el estreno, el asesino, su domicilio cercano y el terror al comprobar su fascinación por el poder de la ficción. La gente que evidencia sus mugres internas me cae bien, puede ser una estrategia pero lo hizo bien. Desde el mesón de mi casa digo "punto para Ferrufino".

Estoy cocinando un pastel de verduras, tengo carote rallado, dos zanahorias, una cebolla en cubitos y pimentón; la masa descongelada (seré cocinera pero tengo mucho de practicidad, amasar es un placer para el que no me queda tiempo). La Lucía ha terminado de poner ojos y cuerpo a todo sus enjendros y me dice "no quiero mamá, no quiero", le explico que no es para ella. Típica mentira maternal.
Pienso que debería aprovechar el horno caliente y poner algo más, tal vez una tarta. En ese momento empieza habla Santiago Gamboa.

Si voz profunda es cálida y hace que la lectura de su ponencia no sea tan pesada. Me decido por hacer un queque, le pido a la Lucía que traiga los huevos, olvida siempre cerrar el refrigerador así que se lo recuerdo. Gamboa habla de de la ciudad, en realidad llega la ciudad explicando como la novela negra ha evolucionado y cómo develar el misterio no es ya lo más importante sino la forma de narrarla y que si bien el misterio, el detective, lo extraño existen aun, lo personajes tienen ahora el escenario "natural" perfecto: la ciudad posmoderna. Habla de Managua donde los pocos empresarios exitosos andan todos los días con chalecos antibalas. Explica que siempre vivió en ciudades capitales, esos montruos enormes donde la ficción no necesita de mucho para construirse.
O al menos así le entiendo mientras claculo las tazas de harina y bato los huevos.

Solo leí Necrópolis de Santiago Gamboa, la contratapa no me motivó me parecía una historia poco creíble, además es un libro gordote y normalmente no los termino. En Necrópilis hay una actriz porno, un escandinavo que se viste de mujer para mirar la luna, una periodista con piercing en el labio vaginal, un ex miembro de una secta religiosa y un bartender que se acuesta con las chicas de la limpiezas. Es decir uno no se aburre con ese libro. Las ojeras de ese mes se las debo a Necrópilis.

La Lucía no quiere soltar la cuchara, le hago un amague y termino de mezclar. Ponemos el queque al horno y sacamos el pastel de verduras que está listo. Ya no sé en qué estaba Gamboa.
Pongo una pregunta para por el chat del streaming es para Gamboa sobre las editoriales y está de acuerdo con sus sistema de distribución que hace que sus libros no lleguen a Bolivia.

Ajusto enter y cierro la compu. Es hora del baño de la Lucía.

Una crónica de verdad está en: http://bosquemocional.blogspot.com/2012/08/vii-encuentro-de-escritores.html

agosto 08, 2012

Siento una verguenza obscena cuando alguién habla de lo que escribí. No es pudor, ni humildad, es verguenza, verguenza de esa que se siente cuando una hace pis en vía pública y nota que hay gente mirándole el trasero.
Aun así me quedan ganas de escribir, y sigo aquí quitando tiempo de donde no lo tengo.
Y quiero asistir a talleres y quiero hablar con gente y quiero tomar cerveza y mucho vino. Cuando son las ocho y media estoy secando a mi hija de su baño, se ríe porque le hace cosquillas la toalla, a veces me hace un lío de nada como si sospechara mis deseos, en esos momentos todas esas cosas postergadas pierden sentido mientras le veo una roncha, la suciedad detrás de las orejas, mientras me doy cuenta que ya sabe decir "triángulo", pero vuelven como una avalancha y me aplastan contra la cama.
Respiro, respiro muchas veces y leo, leo porque así me pierdo me olvido.
"Paciencia" me digo, todo tiene su tiempo y no soy un monstruo.
A las nueve la gente llega  a los boliches, habla sobre teorías del mundo, se ríe de operías, come.

A esa hora yo tengo tantas ganas de fumar, pero no sé cómo.

agosto 05, 2012

Post olímpico

Mi feriado largo transcurre entre idas a la terminal, breves vichadas a las olimpiadas y mucha comida. Lo primero y lo último es por la tracalada de familiares que han venido a pasar este feriado conmocionando mi rutina, mi corazón y mi estómago, pero sobre eso no quiero hablar.

Me aboco y sumo a toda la parafernalia de los juegos olímpicos sentada en mi cama tomando un mate digestivo, y es que esa es la actitud más olímpica que se puede esperar de mi que he odiado toda mi vida los deportes. Será por mi profesora de educación física, regodeta y mala onda que nunca logró nada conmigo y solo sembró esa semilla anti deportiva?, será porque en la resolución de mi adolescencia la selección Boliviana clasificó al mundila exacerbando mi emoción para luego patearla en el piso y confirmar todas mis sospechas sobre el deporte?, o será porque siempre fui una mala perdedora?. Seguramente una combinación mucho más complicada que el simple juego de estos azarosos factores me lleva a hacer una mueca de fastidio cada vez que en la oficina insinúan hacer un "campeonato de confraternización" como si el deporte fuera para hacer amigos. Ay no que flojera, que fastidio, encima de las peleas que cualquier equipo de trabajo tiene que enfrentar será que en el deporte todo eso se soluciona?, que confraternizamos de verdad?. Más bien es como un terreno donde se hace evidente cualquier rivalidad, y donde los inútles como yo, salimos siempre mal parados.

En fin podría pasarme horas despotricando sobre el deporte y desmitificando sus bondades, pero debo hacer una conresión: las olimpiadas me emocionan. No sé porqué, pero lo hacen. Me da ganas de ver la natación, el atletismo, incluso los deportes raros de los que no entiendo nada. Ahora con el internet y las millones de cámaras que tienen mil ángulos hay detalles que detonan mil preguntas.


  • Justo antes de sacarse la ropa los nadadores entran con audífonos: qué escuchan?.
  • Muchos atletas tiene las piernas o los brazos pintados: están pintados? son vendas lo que tienen? es una estética adicional al uniforme?.
  • Que se dicen los volibolistas cuando se juntan en el centro de la cancha luego de hacer un punto?
  • Porqué Jamaica gana  tanto en las pruebas de velocidad?
  • Porqué no hay negros en el tennis?
  • Cómo transportan los caballos para las competencias de equitación?
  • Salen de joda los atletas luego de ganar? y cuando pierden?
  • Qué piensa un nadador mientras cruza la piscina?
  • Se pueden seguir batiendo records? hasta cuando se batirán records?


Los deportes serán siempre un misterio para mi.

agosto 01, 2012

Post para un programa de radio

Post para un programa de radio

Yo no sé nada de música. La decadencia o crecimiento de Crt Alt Supr puede medirse por este post, y sobre todo por el gesto de haber pedido a una invitada que lo escriba. Repito: yo no sé nada de música, o al menos así me siento cuando Pedro, Santi y Efedra inician sus conversaciones -que luego se tornan en peleas- para armar sus listas de reproducción (sí señores! Listas de reproducción y no “play lists”). Me tocó ser testigo mudo de estas sesiones interminables de argumentación, portazos, invitaciones a “salud seco” con aire de desafío y otros ademanes que matizan estas tertulias. Como yo no tengo idea de esas bandas me limito a sugerir temáticas interesantes y muy sugestivas para armar las dichosas listas, ninguna de las cuales, por supuesto, han sido tomadas en cuenta. Aunque puedo decir que tengo el aprecio y amistad de los Ctr Alt Supr (o al menos eso me hacen creer) en términos de conocimiento de bandas y grupos me consideran su hermana recién nacida, por tanto chillona y algo fastidiosa.

Sin embargo fruto de superar la adolescencia y mi natural tendencia a la contrafobia yo sigo firme dando mi opinión y molestando cada vez que puedo o que la circunstancias nos han llevado a coincidir cuando “los agrónomos” están poniéndose de acuerdo para su programa. A base de esa perseverancia y acontecida la ausencia temporal de Efedra, me han convocado a participar de un programa en calidad de invitada especial.

Chullas sin Efedra, perdidos sin quien discutir no encontraron más remedio que invitarme. Por mi parte ya les había fallado en la fiesta de festejo del programa número15 que les había prometido. No viene al caso explicar porqué se canceló, pero sí que no me han perdonado todavía. Y aquí me voy a permitir un acceso de sinceridad: no pensé que fueran a lograrlo. Pero lo hicieron y me reclamaron la bendita fiesta que yo había propuesto como un incentivo, muy insegura en “mis adentros” de que lograran grabar el programa 15.

Y de pronto estábamos en el programa 17mo. grabando en mi casa, con unos sanguches y café. Yo emocionada nerviosa con la risa tonta que se me escucha en la grabación, inventando preguntas e intentado ser interesante sin lograrlo.
Entonces…. este es el post del programa 17mo. donde públicamente me comprometo a armar una fiesta (cuyo lugar temática y tipo de bebidas a invitar no develaré) para el programa 21. Ahora sí convencida de que pueden lograrlo y lamentando que tengan planeado terminar el programa cuando cumpla las 57 entregas.
De disuadirlos me encargaré con el ahínco demostrado hasta ahora, ya fiel creyente de su capacidad radial y de su poco apetito por los sanguches de mortadela.


Claudia Michel Flores


julio 30, 2012

Uno tiene rebeldías absurdas, tontas maneras de hacerse creer que es furioso y hostil aun llegando en hora y con camisa blanca a la oficina. Yo por ejemplo tengo una chompita café con botones de bolita, pero en mis horas laborales escribo un blog sin saber muy bien porqué. Es uno de esos días en los que simplemente no tengo ni quiero hacer nada más que escuchar música y leer. Las urgencias y las tareas que eran "para ayer" se apilan en mi escritorio y en mi bandeja de entrada, sin embargo de alguna extraña manera la urgencia no me toca siquiera, ya vendrán los segundo de locura en los que me arrepentiré de escribir esto en vez de hacer cuentas o llenar formularios.
La vida puede pasarse muy rápido escribiendo mails laborales. Los mails en sí son como los bisnietos de las cartas de papel, por eso les tengo cierto cariño, pero los mails laborales quitan cualquier rasgo del bisabuelo su linaje ya está viciado con esa mecánica forma de comunicarse, enviando adjuntos sin pundor, links initeligibles y repitiendo "estimado" sin ningún real interés.
En mi trabajo de mil necesidades hay días enteros en los que no estoy en la computador, entonces extraño mi lugar detras de mi pantallita pero a la vez me doy cuenta que la vida está un poco más en otras partes, moviendo las cosas, viendo la calle, caminando por esta ciudad que crece tanto que ya poco la conozco. En los tiempos que me toca quedarme anclada en la computadora, me desespero y a momentos me atacan estas tontas rebeldías sin sentido. A veces incluso llego a pasarme todo un día laboral leyendo una libro, con un excel reducido al que puedo hacer click a la menor sospecha de mis compañeros.
Así armo mi arsenal de rebeldías, hablo fuerte en las reuniones y me pongo una falda de flores, esperando que en esa confusión de señales pueda encontrarme.

julio 27, 2012

Arte contemporáneo I

Debería escribir un querido diario. La idea surgió cuando el dueño del negocio de renta de andamios me miró con una mezcla de sorpresa y piedad.
¿Solo dos?- me preguntó. Le dije que sí mientras pensaba cual sería la mejor forma de no darle demasiadas explicaciones, cada pregunta suya me conduciría al abismo que hay entre la realidad y el arte contemporáneo.
-¿cuántas semanas?- me dijo dejando de lado su primera pregunta, era obvio que la cantidad de andamios si bien le causó sorpresa encontró en su cerebro alguna conexión que le quitó la nube de dudas que le produjo mi respuesta. Bajó la vista y tomó el bolígrafo para apuntar, inocente y pacífico sin sospechar que mi siguiente respuesta sería la que finalmente nos empujaría al pantano de las explicaciones.
Los segundos corrían más veloces que en cualquier otro momento y yo no encontraba la forma de zafar, de la inminente caída, no había de donde agarrarme.

- Solo un día- le dije, intentando sonar segura y calmada apresurando mi cerebro para alistarse a su segundo disparo de preguntas. Su asombro fue inmediato, claro.
Calculé entonces que era un hombre acostumbrado a los inconvenientes, y además era bueno. Esto me impedía conflictuarlo solo por gusto como me hubiera apetecido hacer en otras circunstancias.
Pestañó una par de veces y me preguntó todos los para ques y porques. Mientras le respondía yo tenía en mente que no debía decir en ningún momento las palabras "concierto audiovisual", segura que combinadas juntas son extrañas las dos palabras, con los andamios  de por medio eran paracticamente otro idioma.
Le dije que eran para una proyección y necesitábamos poner el proyector muy alto.

Su bondad se desbordó cuando me explicó con paciencia de padre que no era necesario que alquile andamios, sino que bastaba poner una escalera y armar una plataforma. Cómo podía explicarle yo que los artistas me había dichos que necesitaban "delimitar un espacio para el público pero sin cerrarse a él". La verdad es que hubiera podido pero yo no quería enredarme y le escuché con ternura todas las sugerencias que me daba, la escalera y otras más. Finalmetne solo pude decirle con cara de tonta "yo tampoco entiendo pero me han pedido el andamio".

Luego vino el segundo round.

Quienes lo van a armar?- me preguntó
Cuando le dije que yo, su consternación alcanzó el punto más alto de la conversación. Verdaderamente no sabía si yo pudiera armarlo o no, lo cierto es que como no había nadie que lo hiciera supuse que sería yo. Musitó un "aja" entre dientes y me sugirió que busque "hombres" para ese trabajo.
Tonta, atufada por los nervios, solo le dije que lo haría.

Aun tuvo un gesto más de consideración cuando me mostró la calculadora en mano que el transporte sería más caro que el alquiler, como si quisiera cariñosamente disuadirme de gastar ese dinero. Su bondad era notable y yo estaba tan tonta que no podía explicar qué es un concierto audiovisual, supongo que ese sí era un terreno pantanoso, pues para mi de hecho lo es. Tuve que repetir mi frasesita tonta "eso me han pedido".

Resigando pero enternecido cargó el andamio a su camioneta y nos fuimos. Dejamos los andamios y al momento de pagarle me miró todavía conmovido y me hizo una considerable rebaja.
- Sabe.... se ven a pocas mujeres en este negocio, lo dejemos en la mitad-
Este fue uno de esos extraños momentos en los que una no sabes si está siendo discriminada o sacando ventaja de su condición de mujer. (o es eso lo mismo?)
Le agradecí y le estreché la mano, firme el apretón como el de un hombre bueno y áspero como el de alguien que carga andamios.
Volvió al dia siguiente para a recogerlos, los cargó en su camioneta destartala me agradeció y me deseo los buenos días. Voltee antes de cerrar la puerta y ahí en un segundo le descubrí con la mirada fija en mi con esa interrogación que produce el arte contemporáneo en la mayoría de la gente normal.

julio 13, 2012

Tengo una semana para salir todas las noches, mientras mi hija duerme con sus primos y recibe dulces de sus abuelos a 400 km de mí. Una espinita de culpa me pincha de cuando en cuando, acusándome por esta vacación de madre que me doy, pero facilito me olvido.
Sin nadie que me grite "leche" desde la otra habitación a las seis de la mañana el tiempo de remoloneo es saboreado al triple. Quedarme 10 minutos más dando vueltas en internet sin el terror de verla a ella sola en la puerta de la guardería. Ducharme cerrando la puerta, qué placer olvidado!!! es increible cómo se puede disfrutar de operías.
Anoche a las tres de la mañana aparecí parada frente a su cama cayendo en cuenta que no podía arroparle porque no estaba. Qué tonto se vuelve uno cuando extraña a alguien.

julio 08, 2012

Amarillo

Uno se va dando ánimos, es importante eso, porque en general la vida es una mierda y cuando la mínima esperanza sale como un brote débil pero verde, aparece un gusano horroroso o un pie imprudente que lo pisa. Sí, ser pesimistas es fácil en el mundo de mierda donde vivimos.
Sin embargo uno de los mejores lugares para escabullirse es dentro de uno mismo, para eso hace falta solamente cerrar la boca, no decir nada, contestar lo absolutamente indispensable. Callarse es como defenderse sin pelear.
Siempre he tenido la suerte (buena o mala) de toparme con personas que hablan mucho, desde las amigas más cercanas hasta el señor que casualmente hace la fila de trámites delante mío. Tengo el Karma de estar cerca de los que hablan mucho. Lo malo de los silentes es que en el fondo sí tenemos muchas ganas de hablar, es simplemente que no nos sentimos escuchados y para eso mejor callarse, lo que a su vez lleva a que los otros llenen esos silencios y ahí se genera el círculo vicioso de la gente callada.

En realidad el negocio de la terapia psicológica, desde mi punto de vista, tiene que ver más con pagar a alguien para que te escuche y no tanto con resolver las pajas mentales. A veces fantaseo con la posibilidad de que mi sueldo me alcance para poder pagarme terapia, en realidad no terapia sino pagarle a alguien que de veras me escuche, a quien puedo exigirle que lo haga y que además debe ser un profesional.

Mientras practico día a día mi técnicas de silencio. En verdad no soy una persona callada, pero lo que pasa es que no hablo mucho de mi, y sobre todo no puedo, es un poco lo mismo que me pasa a la hora de entrar al baño. No importa que tan imperiosa se la necesidad de mis intestinos, no puedo hacer nada en ningún baño que no sea el mío. Por más que ponga mi voluntad, mi deseo o mi desesperación simplemente mi cuerpo se niega, necesito cierta condiciones. Lo mismo que para hablar, necesito ciertas condiciones que casi nunca se dan, por mas que ponga mi deseo, mi voluntad o mi desesperación.

Pero los que somos callados tenemos nuestros escapes, es que no es posible guardarse todas las palabras, en algún momento el vapor sale pitando por la caldera. Supongo que el fútbol da la opción inmejorable de gritar barrabasadas en el stadium, pero para los que vemos el fútbol como un grupo de hombres con medias hasta la rodilla correteando a una pelota, esa oportunidad queda truncada.
Pero claro siempre hay formas de explotar, la mía es el tráfico vehícular. En horario pico y salida de escolares. Salir en auto todas las mañanas eleva mi nivel de tensión y frustración a la ebullición misma. Aferrada al volante con la ventana abajo soy la maestra de los gritos, la justiciera de la línea de cebra. Si alguien me adelanta por derecha, le cierro el paso en el próximo semáforo, si me tocan bocina cuando estoy en amarillo cuento hasta 10 pasado el verde solo para que cultiven la paciencia. Me gano, claro está muchas bocinas y gritos, a los cuales respondo olvidando por completo mis 12 años de educación en colegio de monjas con certificado en "mejor amiga del curso".
Por eso mismo cuando me toca ser peatón y estoy en abismal desventaja frente a los autos, solo me queda mi gran bocota para defenderme.
Cruzo la calle con mi hija de casi tres años:
-Rojo!- le grito desencajada a un chofer que casi nos pisa
-Amarillo!- grita ella a todo pulmón. mi estúpida lucha por desfogarme es para ella el festivo nombre de los colores.

junio 27, 2012

El regreso de la fe


La justicia divina no existe; pienso esto mientras saludo a la chica extranjera que llega a mi oficina preguntando algo. Su pelo rojizo le cae en cascada sobre los hombros mientras la luz de la mañana ilumina un lado de su cara, la escena perfecta de una película.
La conozco de vista y sé que trabaja en una biblioteca. Me pregunta por alguien y mientras le contesto pienso que si al menos fuera tonta podría decir que hay en el universo una ley de compensación.

Escucha mi explicación atenta y me hace una pregunta más.
Lleva puesta una falda de verano, blusa de algodón, botines y medias caladas, es imposible que pase desapercibida con ese look, que sin ser atrevido lleva el toque suficiente de exotismo como para que las miradas las sigan.

Ya sé que la belleza es un constructo social y bla, bla, bla, bla, pero nadie podría negar que esta chica, sin importar los baremos sociales, podría ponerse un saquillo como toda ropa y seguir viéndose bien.

Le señalo donde  puede dejar el afiche que vino a pegar, para explicarle mejor le acompaño unos pasos y le señalo el lugar. Si al menos fuera tonta, insisto para mis adentros. Cuando se  aleja da vuelta y levanta el brazo para señalar el lugar que le indiqué. Y ahí mismo justo debajo de su brazo una mata tupida y oscura de bellos me desvía la mirada de su cara y elo rojizo.

Más tarde me fumo un cigarro, sonrió mientras recobro mi fe en la justicia divina.

junio 25, 2012

Antiedad

Todo tiene fecha de expiración, echar la culpa a nuestros padres, conseguir lo que queremos, las latas de conserva.
Frente al espejo me pongo todas las noches una crema antiarrugas, tengo serias sopechas sobre su funcionamiento, pero me ponérmela me la ilusión de luchar contra mi inevitable adentramiento en los treintaymuchos , además me la regalaron en mi cumpleaños (con toda la ironía que eso implica) y por las noches siento la piel muy seca. En resumidas cuentas cumple muchas funciones.
Con la cara lavada saco el precioso pomito (todos lo artículos de belleza deben gastar millones en diseño) y me pongo un poco en cada mejilla, dejo un poco en cada pómulo con el índice, en la frente y otro en la barbilla. Esparso la crema pensando "de qué estará hecha" para combatir la edad, como duce su eslogan, debe tener algo muy particula. Busco los ingredientes esperando algún nombre extraño que me haga reír, pero lo que encuentro debajo de la lista de componentes impronunicables es la fecha de vencimiento: Marz/2010

junio 22, 2012

Ocas al sol

Camino veloz rumbo al trabajo, el sol invernal me quema la cara. Pienso en lo malo que deben ser los rayos ultravioleta a esta hora de la tarde. Un poco más adelante sobre la acera un vecino ha tendido una alfombra de ocas al sol. Pienso que debo inventarme una frase sobre las ocsa y el sol, algunos ensayos:


  1. Hoy en día las ocas son las únicas amigas de los rayos ultravioleta
  2. Las ocas y el sol fornican salvajemente, en la conversación de alcoba hacen bromas sobre el bloqueador solar.
  3. Tendidas al sol dejan de ser un simple tubérculo, son la evidencia de la bondad aun existente del sol.
  4. Hacerse oca no es solo esperar, es calentarse, tenderse al sol, covertirla en azúcar.
  5. Como ocas tendidas las piernas descubiertas de las gringas ignoran que el sol de invierno no dejará un rastro de color en su piel, ni dulzor, ni nada cercano al placer, por el contrario solo tendrán un resquemor de semanas que les aleccionará sobre el invernos andino.



junio 20, 2012

Colchón de agua


A través de la ventana la frazada tendida en el cable de ropa quedaba casi enmarcada, su brillo iluminaba la habitación dándole un aspecto extraño, como ese color que tienen las cosas a las cinco de la tarde, con las sombras que se alargan en el piso y crecen conforme se mueve el sol.
Lo primero que vio al despertar fue ese resplandor naranja de la frazada colgada.
Estaba su hermano Pedro en el mismo cuarto. Sabía que él también había despertado, pero ninguno de los dos se movía. Estaban boca arriba pestañando de vez en cuando mirando de reojo la ventana y su luz naranja, esa luz que iba creciendo en las paredes apoderándose de las colchas, trepando por los zapatos desparramados en el piso. Quietos y miedosos por ese ambiente que no podían comprender, aun aturdidos por el sueño era como si no supieran lo que tocaba hacer.

La vida tenía una secuencia perfecta para ellos, despertar, el baño, el desayuno la escuela, el almuerzo, las tareas. Todo más o menos igual, una que otra variante ocasional, pero la vida tenía una estructura que les daba seguridad. Después del almuerzo daba sueño, y al terminar de ver la tele un poco de hambre. La posición de los objetos, las reacciones de su madre, los berrinches y sus motivos, casi todo acompañaba una misma rutina.
Cuando eran pequeños solían levantarse muy temprano, incluso en invierno, corrían al cuarto de papá y le despertaban. Tal vez por eso les había enseñado que solo podían levantarse de la cama cuando el sol hubiera salido y no antes.

Ese día el sol había salido ya, pero era naranja y entraba por la ventana manchándolo todo con su resplandor sucio, cargando el ambiente de ansiedad, de incertidumbre. Solo atinaron a quedarse inmóviles, asustados, prefirieron no movernos, como si así las cosas se quedarían estáticas, congeladas, como si la desgracia estuviera atenta a sus movimiento lista para atacarnos al menor temblor. 

En algún momento se tomaron de la mano, sus pechos agitados por el tacto del otro que confirma el miedo.
Entró la madre con la cara roja de llanto y ni siquiera les miró, sacó algo del ropero y volvió a salir en silencio. Cuando cerró la puerta supieron lo sucedido y entonces fue que empezaron a llorar, mientras las lágrimas les cruzaban las sienes y entraban a sus oídos, todos los sonidos que venían de fuera confirmaban la sospecha.
La abuela gritó desde que le abrieron la puerta, su grito recorrió el patio entró a las habitaciones y explotó en sus oídos. Es curioso cómo se expande la muerte, sin palabras, sin decirse, casi como un olor.

El frío de julio corría por toda la casa, como el invierno, como sus temores postergados cada día, con alivio y angustia. No recuerda muy bien el orden de los acontecimiento siguientes, solo una tracalada de parientes que fue llegando a la casa conforme pasaba la mañana, y sobre todo, que nadie sonreía. No había ni una leve sonrisa, ni una comisura levemente suspendida, nada. Solo un silencio pesado como la ropa negra que se pusieron.
Les llamaron al cuarto para despedirse, estaba frío, cambiado con la ropa que le gustaba, parecía dormido, le besaron en la frente antes de que cerraran el cajón.

El silencio era pesado, incomodaba, afligía, hacía que todos se busquen algo que hacer, algo que les evite enfrentar esa ausencia total de sonidos. Las tías lavaban los platos de la cena, la abuela cogió la escoba y barrio el patio, lento ya sin apuro, mientras sus lágrimas se estrellaban en el cemento.  Un tío sacó el colchón de agua y empezó a vaciarlo de a poco. Les pareció un juguete cuando llegó a casa, era divertido sentarse en él, también servía para tratar las escaras.
El chorro fue dibujando una marca en el patio hasta la alcantarilla, surcaba la superficie gris del cemento, se iba entrando por la canaleta toda esa agua guardada por meses en paredes de plástico.

Las ceremonias siguieron su curso normal, sus padres habían ido quedando cada vez más silenciosos y ese día entraron en un mutismo total, no escuchó nada que saliera de sus labios. Ellos supieron desde el principio lo que estaba pasando, pero nunca les dijeron nada. Aun ahora de adulto no sabía si agradecerles o no aquel silencio. Suponía que pensaron que era muy chico, pero incluso con unos años más dudó que me hubieran dicho algo, nunca se tiene edad suficiente para la muerte.

Las flores estuvieron mucho tiempo en la casa, se quedaron ahí mirando el paso de todos los días que siguieron. Su madre pasaba mucho tiempo en su habitación. Una mañana abrió la puerta con fuerza, se arremangó la blusa y tiró todas las flores a la basura.

El siguiente año refaccionaron la casa, empezaron después de las lluvias y en julio habían terminado, pusieron un tragaluz, aumentaron una habitación, refaccionaron el baño y compraron un comedor grande. Hicieron un viaje familiar, vieron muchas tiendas de muebles, compraron algunos. El día que llegaron se tardamos horas en quitarles el cartón y cinta de embalaje.
Lo más grande era el comedor, lo armaron enseguida en la habitación recién pintada, era un comedor grande de ocho sillas, cuando terminaron se repartieron los lugares, a le tocó al fondo junto a su padre.
Cuando todos se fueron a la cocina, se sentó allí mirando desde su nuevo lugar. Pensó cual hubiera sido el lugar de su hermano. Pero ahí mismo donde era ahora el comedor casi junto a su silla había estado su colchón de agua, eso lo recordaría siempre aunque él no pudiera ya sentarse en el comedor.

junio 18, 2012

Hora felíz v.2


En su moto la carrera era corta pero repetida, la misma todos los días cuatro veces. No le importaba el trajín solo quería estar con la niña sentarse a comer con ella, aunque hiciera berrinche, aunque llegara dormida y terminara comiendo sola. Lo que quería era sentir que cada día construía algo que parecía una familia. Comer en pensiones no tenía nada que ver con eso.
Hay que estar loco o enamorado para tener un hijo en su caso fue lo segundo pero no importaba de todas formas nunca se está listo para criar niños. Le costó acostumbrarse a no dormir la noche completa, nunca logró sobreponerse del todo a los desvelos, con las salidas y las fiestas fue más fácil tuvieron su tiempo de añoranza pero pasó, en cambio nunca pudo adaptarse al sueño interrumpido.

A veces cuando la niña enfermaba y la tenía despierta toda la noche prefería no volver a la cama. Se acomodaba en una silla y encendía el televisor o leía un libro. La peor parte del mal sueño era que le llevaba a divagar, era como si la imposibilidad de dormir creara el suelo perfecto para que crezcan los pensamientos más tontos y a veces los más dolorosos. Cuando la niña tuvo sarampión las noches en vela fueron varias y seguidas, así como los puntos rojos en el cuerpo los pensamientos le iban brotando en torno a un mismo tema: pensaba en enviejecer. Es obvio que sí desde que nacemos, pero ni en el embarazo ni durante los primeros años de la niña se le instalaron tanto las dudas sobre la edad, sobre su propia edad. Ya no salía a fiestas, no se compraba ropa, no fantaseaba con vivir en países lejanos. Se sentía felíz de tener a la niña de eso no habían dudas, pero los jóvenes eran los que se gastaban el dinero de sus padres, los que se amanecían en bares, los que discutían de política y resolvían los problemas de la humanidad después de terminarse la segunda botella de alcohol adulterado. Sobre todo reconocía en los jóvenes el no tener miedo. No le temían a nada, la juventud parecía tener mucho que ver con lanzarse a los abismos.
Ella tenía una cartera enorme donde convivían papel higiénico, gel antibacterial, una barra de cereal, un paraguas de bolsillo, una etiqueta con su nombre y dirección, una libreta de apuntes y en un bolsillo secreto con monedas en cortes menores. Suponía que alguien joven salía a la calle solo con las manos dentro los bolsillos. ¿eso era ser joven?, ¿qué era entonces la juventud?.

En algún momento el sueño se le pasaba y se reía de esas meditaciones trasnochadas.
Uno de los cambios de la rutina de ser madre era la forma de conocer a las personas, las conversaciones adolescentes por chat, o los encuentros fortuitos en bares había desaparecido por completo, ahora las caras nuevas se veían en la puerta del kinder o en las reuniones de padres. Estaban las madres solas como ella que buscaban a los hijos, las parejas que envidiaba secretamente y los padres. Es imposible no saludar a alguién a quien vez todos los días, y si te saludan de vuelta una conversación de ascensor es inevitable.


Iba postergando esa salida, pero las amigas insistieron y la niñera pudo ir a su casa en la noche. Fue al concierto sin mucha emoción, cansada pero con la esperanza de una noche de descontrol. Así fue tres cervezas y un cigarro después. Cantaba a voz en cuello los estribillos en el límite de la euforia y la depresión saltando a primera fila, casi tocando al bocalista. Aun con el cuerpo alborotado por la música y el alcohol se preguntaba si era eso lo que quería hacer o lo hacía porque tenía que hacerlo. No hay nada peor que tener que divertirse, pensó. En la pausa fue al baño se hecho agua en la cara y pensó que debía dejarse de pensar cojudeces.

En la barra la hora felíz había comenzado y la gente se empujoneaba para pedirse un trago, se metió  haciéndose campo a codazos, sus coastillas se apretaban contra el mezón. Perdida en el tumulto gritaba "un ruso blanco un ruso blanco".
Sintió un aliento caliente en la oreja "no prefieres un local morocho". Voltear la cara fue automático, también el susto y la huída, casi como un reflejo. En la mesa las risas de las amigas no pudieron distraerle de la escena, esa cara no era desconocida, era alguien familiar el morocho boliviano. Tal como se olvidan palabras y creemos tenerlas en la punta de la lengua esa cara le era absolutamente familiar.

El lunes por la mañana llevó a la niña en la moto. Se agachó y le dio un beso de despedida en la puerta del kinder, a su derecha sucedía una escena idéntica solo que al levantarse, vio en cámara lenta como se escabullía el local morocho.

junio 13, 2012

Hora felíz

En su moto la carrera era corta, pero eso sí repetida, la misma todos los días cuatro veces. No le importaba el trajín solo quería estar con la niña y sin entender muy bien porqué sentarse a comer con ella. Aunque hiciera berrinche, aunque llegara dormida y terminara comiendo sola. Lo que quería era sentir que cada día construía algo que parecía una familia. Comer en pensiones no tenía nada que ver con eso.
Hay que estar muy loco o muy enamorado para tener un hijo, estaba segura que en su caso fue lo segundo pero no importaba ya, de todas formas nunca se está listo para criar niños. Sobre todo  le costó acostumbrarse a no dormir la noche completa. Nunca se acostumbró a los desvelos. Las salidas, las fiestas tuvieron su tiempo de añoranza pero fue breve, en cambio nunca pudo adaptarse al sueño interrumpido.
A veces cuando la niña enfermaba, prefería quedarse despierta toda la noche, prefería eso a despertarse cada vez. Encendía el televisor o leía un libro, el mal sueño le llevaba a divagar, pensaba en si estaría enviejeciendo. Ya no salía a fiestas, no se compraba ropa, no fantaseaba con vivir en países lejanos. Se sentía felíz de tener a la niña de eso no habían dudas, pero los jóvenes eran los que se gastaban el dinero de sus padres, no era su caso, los que se amanecían en bares, no era su caso. Pero además de esa administración del tiempo a ella le gustab ir a conciertos, se fumaba un porro de vez en cuando, usaba jeans todos los días, tenía proyectos, tenía amigos: ¿eso era ser joven?, ¿qué era entonces la juventud?.

En algún momento el sueño se le pasaba y se reía de esas meditaciones trasnochadas.
Le causaba gracia que las formas de conocer a las personas. Las conversaciones adolescentes por chat, o los encuentros fortuitos en bares había desaparecido por completo, ahora las caras nuevas se veían en la puerta del kinder o en las reuniones de padres. Todos los días al dejar o recoger a la niña veía a las mismas personas. Estaban las madres solas como ella que buscaban a los hijos, las parejas que envidiaba secretamente y los padres. Es imposible no saludar a alguién a quien vez todos los días, y si te saludas una conversación de ascensor es invetable.

Fue al concierto sin mucha emoción, cansada pero con la esperanza de una noche de descontrol. Así fue tres cervezas y un cigarro después. Cantaba a voz en cuello los estribillos en el límite de la euforia y la depresión saltando a primera fila, casi tocando al bocalista. Aun con el cuerpo alborotado por la música y el alcohol se preguntaba si era eso lo que quería hacer o lo hacía porque tenía que hacerlo. No hay nada peor que tener que divertirse pensó. En la pausa fue al baño se hecho agua en la cara y pensó que debía dejarse de pensar cojudeces.

En la barra la hora felíz había comenzado y la gente se empujoneaba para pedirse un trago, se metió  haciéndose campo a codazos, sus coastillas apretadas contra el mezón de madera gritaba "un ruso blanco un ruso blanco".
Sintió un aliento caliente en la oreja "no prefieres un local morocho". Voltear la cara fue automático, también el susto y la huída, casi como un reflejo. En la mesa las risas de las amigas no pudieron distraerle de la escena, esa cara no era desconocida, era alguien familiar el morocho boliviano. Tal como se olvidan palabras y creemos tenerlas en la punta de la lengua esa cara le era absolutamente familiar pero no podía determinar quien era ni dónde la había visto antes.

El lunes por la mañana llevo a la niña en la moto. Se agachó y le dio un beso de despedida en la puerta del kinder, a su drecha una escena idéntica solo que al levantarse, en cámara lenta, vio de reojo escabullirse al locacl morocho.

junio 05, 2012

Me encuentro con el odio cada vez que el pediatra de turno hace un mueca al saber que no di de lactar. Nadie me perdona que haya querido ser yo antes que ser una mamá.

mayo 21, 2012

El disfraz de oveja no me queda bien. Peleé toda mi vida contra el pelo rizado, pero en la humedad no hay caso. Soy todo, un león, una oveja, un perro peludo pero no una persona. Crecen los cabellos alrededor de mi cabeza excitados por la humedad como si supieran mis secretos, como si conocieran mis caminos herráticos por ciudades calurosas, buscando lo perdido sin ninguna coordenada. Camino por la plaza de una ciudad húmeda, buscando que por fin alguien me encuentre, incapaz de marcar un número, incapaz de sujetarme el pelo..... buscando una dirección equivocada, un edificio cerrado. Con María Gadú de fondo rascando la guitarra para empeorar todo. La copia de su disco es parte de la entrega imposible que finalmente no puedo hacer.
Los edificios en domingo pueden ser mas amenzantes.
El reflejo del edificio cerrado me muestra una criatura que normalmente no soy, despeinada, desesperada, intentando cosas imposibles. Puedo ver en ese reflejo un  animal que vive en mis profundidades, una criatura que no logro domesticar, que vive salvajemente a pesar de mis esfuerzos.
Y luego nada, como por instinto me recojo el cabello.

abril 13, 2012

No hay peor cosa que "tener" que divertirse.
EL boliches está lleno y la hora de la felicidad se va acercando conforme los vasos se vacían y las botellas empiezan a rotar con mayor velocidad. La gente baila, se rie de cualquier tontería, casi se puede decir que están contentos.
Durante meses he soñado con este momento, salir un fin de semana a tomarme unas cervezas y tener una noche de descontrol. Lo he planificado con exactitud. La tarea más difícil fue conseguir a la niñera ideal y como ciada del cielo apareció. Una chica joven, que vive por mi barrio, profesora de kinder y con ganas de trabajar. No le di muchas explicaciones sobre mi necesidad de desnfreno, tampoco hizo preguntas. Le gusta hablar, habla todo el tiempo pero pregunta poco, es de esas típicas personas que le incomdan los silencios por eso sabe muy bien como cubrirlos, tiene una habilidad impresionante para sacar temas de conversación. Yo escucho, respondo algo y sonrío, me alegro cada vez más de haberla encontrado. Para cuando sé exactamente como murió su madre y los  problemas matrimoniales de su hermana, le explico que tengo que irme y que volveré como mala cenicienta, pasadas las 12.
Se queda viendo la tele, por fin silenciada por el bullicio del aparato.
Nunca le creo a la gente que alardea de sus noches de farra. La ley "cantidad no es calidad" se aplica perfectamente, por algún motivo quedarse hasta el final parece ser garantía de diversión. Más bien pienso que es la prolongación de una angustia con la sola esperanza de que algo milagroso pase y por fin uno pueda "divertirse". Hay muchas farras y trasnoches la mar de aburridos.
Yo veo  a la gente baila y por alguna razón ya no siento nada. Ni emoción, ni fleicidad, ni sueño, ni nada. El tedio entra como un viento calmado que me aquieta en un rincón. Disimulo, porque las amigas esperan la cara larga para insistir en tragos y bailes.
Me pongo un poco reflexiva..... que es lo que realmente quisiera estar haciendo en este momento?.... nada, no hay respuesta, Y luego pum!! sí, quisiera hacer esa llamada, ocultarme en la noche y llamar. Pero ese es un capítulo de la "loca de mierda" que ya conozco y no voy a repetir.

marzo 22, 2012

Tedio 1


Me agarra una tristeza tonta a esta hora de la tarde. No puedo empezar a hacer nada, la proximidad  de la hora de salida me da la ilusión de que no podré terminar lo que empiece. Al mismo tiempo es la hora en que me doy cuenta de todas las cosas que tenía que hacer y no hice. Uf!. El sol es amarillo, con ese amarillo del fin de la tarde. Ha sido un día poco productivo, no he podido concentrarme en nada. Gran parte de la tarde me la paso intentanto entrar a sitios de internet que no cargan porque mi conexión es lenta como los úlitmos minutos antes de salir.

El tedio es el mal de nuestro tiempo no hay duda. Ahora que lo pienso no es ni siquiera tristeza es tedio, no llega tampoco a aburrimiento, es la imposibilidad de sentir motivación. A veces la motivaciones son cosas ridículas, quiero abrir el correo y ver el mail de ese primo con el que vengo discutiendo sobre el capitalismo. una batalla de hecho perdida pues él estudia economía en una universidad gringa y tiene teorías, lecturas y autores brotándole naturalmente. Yo tengo un par de ideas, mucha realidad y gran capacidad de convencimiento, al menos eso quiero creer y por eso me pongo a prueba en esta cyberdiscusión. Pero eso me aburre a veces también. "para qué?" me pregunto cuando me descubro pensando el próximo argumento, generalmente mientras me cepillo los dientes o antes de dormir.

Me pasé tres noches leyendo un libro apasionante, de esos agarradores, pero los siguientes días estaba tan agotada que no alcnacé ni a abrirlo, la emoción por saber qué pasaría se iba yendo de mi poco a poco.

Por eso me gusta vivir en Bolivia, siempre hay un paro de transporte, una marcha, un algo así que requiere de toda mi energía para resolver la logística cotidiana, cómo recojo a la Lucía, donde almuerzó, trabajo en horario contínuo o no?, voy en bici?. Es lindo mantener la mente ocupada en tonterías de ese tipo, mientras más dura la   moviliación más árduo resolver el desafío de la vida cotidiana.

Además está el plus de que es un tema para charlar en el trabajo muchas veces debatimos tanto que ya s emdia mañana y las tareas tediosas tenemos que hacerlas o muy rápido o postergarlas, un nuevo cambio en el contínuo de los días repetidos.

Pero el momento más tormetoso es el de los quehaceres domésticos, es el momento más temido. Por lo general son tareas simples que requieren un mínimo de dominio de la motricidad gruesa, planchar, lavar platos, doblar ropa. Cocinar es más desafiante y requiere mayor concetración así que está fuera de esta lista. Entonces el dominio de las tareas es fácil de adquirir y todo es mera repetición. Uno está cansado con el tedio instalado entre seja y seja, ahí sentado en al cama doblando ropa infantil. no es posible que las idfeas más tenebrosas, las intensiones más inmundas y los deseos más oscuros no aparezcan, es el terreno fértil para la putrefacción y el deterioro. uno debería llegar a casa y ver una película tonta, nada que haga emocionar, pensar o creer, solo pasar el tiempo.

No hay duda estamos en el tiempo del tedio.