julio 30, 2012

Uno tiene rebeldías absurdas, tontas maneras de hacerse creer que es furioso y hostil aun llegando en hora y con camisa blanca a la oficina. Yo por ejemplo tengo una chompita café con botones de bolita, pero en mis horas laborales escribo un blog sin saber muy bien porqué. Es uno de esos días en los que simplemente no tengo ni quiero hacer nada más que escuchar música y leer. Las urgencias y las tareas que eran "para ayer" se apilan en mi escritorio y en mi bandeja de entrada, sin embargo de alguna extraña manera la urgencia no me toca siquiera, ya vendrán los segundo de locura en los que me arrepentiré de escribir esto en vez de hacer cuentas o llenar formularios.
La vida puede pasarse muy rápido escribiendo mails laborales. Los mails en sí son como los bisnietos de las cartas de papel, por eso les tengo cierto cariño, pero los mails laborales quitan cualquier rasgo del bisabuelo su linaje ya está viciado con esa mecánica forma de comunicarse, enviando adjuntos sin pundor, links initeligibles y repitiendo "estimado" sin ningún real interés.
En mi trabajo de mil necesidades hay días enteros en los que no estoy en la computador, entonces extraño mi lugar detras de mi pantallita pero a la vez me doy cuenta que la vida está un poco más en otras partes, moviendo las cosas, viendo la calle, caminando por esta ciudad que crece tanto que ya poco la conozco. En los tiempos que me toca quedarme anclada en la computadora, me desespero y a momentos me atacan estas tontas rebeldías sin sentido. A veces incluso llego a pasarme todo un día laboral leyendo una libro, con un excel reducido al que puedo hacer click a la menor sospecha de mis compañeros.
Así armo mi arsenal de rebeldías, hablo fuerte en las reuniones y me pongo una falda de flores, esperando que en esa confusión de señales pueda encontrarme.

julio 27, 2012

Arte contemporáneo I

Debería escribir un querido diario. La idea surgió cuando el dueño del negocio de renta de andamios me miró con una mezcla de sorpresa y piedad.
¿Solo dos?- me preguntó. Le dije que sí mientras pensaba cual sería la mejor forma de no darle demasiadas explicaciones, cada pregunta suya me conduciría al abismo que hay entre la realidad y el arte contemporáneo.
-¿cuántas semanas?- me dijo dejando de lado su primera pregunta, era obvio que la cantidad de andamios si bien le causó sorpresa encontró en su cerebro alguna conexión que le quitó la nube de dudas que le produjo mi respuesta. Bajó la vista y tomó el bolígrafo para apuntar, inocente y pacífico sin sospechar que mi siguiente respuesta sería la que finalmente nos empujaría al pantano de las explicaciones.
Los segundos corrían más veloces que en cualquier otro momento y yo no encontraba la forma de zafar, de la inminente caída, no había de donde agarrarme.

- Solo un día- le dije, intentando sonar segura y calmada apresurando mi cerebro para alistarse a su segundo disparo de preguntas. Su asombro fue inmediato, claro.
Calculé entonces que era un hombre acostumbrado a los inconvenientes, y además era bueno. Esto me impedía conflictuarlo solo por gusto como me hubiera apetecido hacer en otras circunstancias.
Pestañó una par de veces y me preguntó todos los para ques y porques. Mientras le respondía yo tenía en mente que no debía decir en ningún momento las palabras "concierto audiovisual", segura que combinadas juntas son extrañas las dos palabras, con los andamios  de por medio eran paracticamente otro idioma.
Le dije que eran para una proyección y necesitábamos poner el proyector muy alto.

Su bondad se desbordó cuando me explicó con paciencia de padre que no era necesario que alquile andamios, sino que bastaba poner una escalera y armar una plataforma. Cómo podía explicarle yo que los artistas me había dichos que necesitaban "delimitar un espacio para el público pero sin cerrarse a él". La verdad es que hubiera podido pero yo no quería enredarme y le escuché con ternura todas las sugerencias que me daba, la escalera y otras más. Finalmetne solo pude decirle con cara de tonta "yo tampoco entiendo pero me han pedido el andamio".

Luego vino el segundo round.

Quienes lo van a armar?- me preguntó
Cuando le dije que yo, su consternación alcanzó el punto más alto de la conversación. Verdaderamente no sabía si yo pudiera armarlo o no, lo cierto es que como no había nadie que lo hiciera supuse que sería yo. Musitó un "aja" entre dientes y me sugirió que busque "hombres" para ese trabajo.
Tonta, atufada por los nervios, solo le dije que lo haría.

Aun tuvo un gesto más de consideración cuando me mostró la calculadora en mano que el transporte sería más caro que el alquiler, como si quisiera cariñosamente disuadirme de gastar ese dinero. Su bondad era notable y yo estaba tan tonta que no podía explicar qué es un concierto audiovisual, supongo que ese sí era un terreno pantanoso, pues para mi de hecho lo es. Tuve que repetir mi frasesita tonta "eso me han pedido".

Resigando pero enternecido cargó el andamio a su camioneta y nos fuimos. Dejamos los andamios y al momento de pagarle me miró todavía conmovido y me hizo una considerable rebaja.
- Sabe.... se ven a pocas mujeres en este negocio, lo dejemos en la mitad-
Este fue uno de esos extraños momentos en los que una no sabes si está siendo discriminada o sacando ventaja de su condición de mujer. (o es eso lo mismo?)
Le agradecí y le estreché la mano, firme el apretón como el de un hombre bueno y áspero como el de alguien que carga andamios.
Volvió al dia siguiente para a recogerlos, los cargó en su camioneta destartala me agradeció y me deseo los buenos días. Voltee antes de cerrar la puerta y ahí en un segundo le descubrí con la mirada fija en mi con esa interrogación que produce el arte contemporáneo en la mayoría de la gente normal.

julio 13, 2012

Tengo una semana para salir todas las noches, mientras mi hija duerme con sus primos y recibe dulces de sus abuelos a 400 km de mí. Una espinita de culpa me pincha de cuando en cuando, acusándome por esta vacación de madre que me doy, pero facilito me olvido.
Sin nadie que me grite "leche" desde la otra habitación a las seis de la mañana el tiempo de remoloneo es saboreado al triple. Quedarme 10 minutos más dando vueltas en internet sin el terror de verla a ella sola en la puerta de la guardería. Ducharme cerrando la puerta, qué placer olvidado!!! es increible cómo se puede disfrutar de operías.
Anoche a las tres de la mañana aparecí parada frente a su cama cayendo en cuenta que no podía arroparle porque no estaba. Qué tonto se vuelve uno cuando extraña a alguien.

julio 08, 2012

Amarillo

Uno se va dando ánimos, es importante eso, porque en general la vida es una mierda y cuando la mínima esperanza sale como un brote débil pero verde, aparece un gusano horroroso o un pie imprudente que lo pisa. Sí, ser pesimistas es fácil en el mundo de mierda donde vivimos.
Sin embargo uno de los mejores lugares para escabullirse es dentro de uno mismo, para eso hace falta solamente cerrar la boca, no decir nada, contestar lo absolutamente indispensable. Callarse es como defenderse sin pelear.
Siempre he tenido la suerte (buena o mala) de toparme con personas que hablan mucho, desde las amigas más cercanas hasta el señor que casualmente hace la fila de trámites delante mío. Tengo el Karma de estar cerca de los que hablan mucho. Lo malo de los silentes es que en el fondo sí tenemos muchas ganas de hablar, es simplemente que no nos sentimos escuchados y para eso mejor callarse, lo que a su vez lleva a que los otros llenen esos silencios y ahí se genera el círculo vicioso de la gente callada.

En realidad el negocio de la terapia psicológica, desde mi punto de vista, tiene que ver más con pagar a alguien para que te escuche y no tanto con resolver las pajas mentales. A veces fantaseo con la posibilidad de que mi sueldo me alcance para poder pagarme terapia, en realidad no terapia sino pagarle a alguien que de veras me escuche, a quien puedo exigirle que lo haga y que además debe ser un profesional.

Mientras practico día a día mi técnicas de silencio. En verdad no soy una persona callada, pero lo que pasa es que no hablo mucho de mi, y sobre todo no puedo, es un poco lo mismo que me pasa a la hora de entrar al baño. No importa que tan imperiosa se la necesidad de mis intestinos, no puedo hacer nada en ningún baño que no sea el mío. Por más que ponga mi voluntad, mi deseo o mi desesperación simplemente mi cuerpo se niega, necesito cierta condiciones. Lo mismo que para hablar, necesito ciertas condiciones que casi nunca se dan, por mas que ponga mi deseo, mi voluntad o mi desesperación.

Pero los que somos callados tenemos nuestros escapes, es que no es posible guardarse todas las palabras, en algún momento el vapor sale pitando por la caldera. Supongo que el fútbol da la opción inmejorable de gritar barrabasadas en el stadium, pero para los que vemos el fútbol como un grupo de hombres con medias hasta la rodilla correteando a una pelota, esa oportunidad queda truncada.
Pero claro siempre hay formas de explotar, la mía es el tráfico vehícular. En horario pico y salida de escolares. Salir en auto todas las mañanas eleva mi nivel de tensión y frustración a la ebullición misma. Aferrada al volante con la ventana abajo soy la maestra de los gritos, la justiciera de la línea de cebra. Si alguien me adelanta por derecha, le cierro el paso en el próximo semáforo, si me tocan bocina cuando estoy en amarillo cuento hasta 10 pasado el verde solo para que cultiven la paciencia. Me gano, claro está muchas bocinas y gritos, a los cuales respondo olvidando por completo mis 12 años de educación en colegio de monjas con certificado en "mejor amiga del curso".
Por eso mismo cuando me toca ser peatón y estoy en abismal desventaja frente a los autos, solo me queda mi gran bocota para defenderme.
Cruzo la calle con mi hija de casi tres años:
-Rojo!- le grito desencajada a un chofer que casi nos pisa
-Amarillo!- grita ella a todo pulmón. mi estúpida lucha por desfogarme es para ella el festivo nombre de los colores.