El disfraz de oveja no me queda bien. Peleé toda mi vida contra el pelo rizado, pero en la humedad no hay caso. Soy todo, un león, una oveja, un perro peludo pero no una persona. Crecen los cabellos alrededor de mi cabeza excitados por la humedad como si supieran mis secretos, como si conocieran mis caminos herráticos por ciudades calurosas, buscando lo perdido sin ninguna coordenada. Camino por la plaza de una ciudad húmeda, buscando que por fin alguien me encuentre, incapaz de marcar un número, incapaz de sujetarme el pelo..... buscando una dirección equivocada, un edificio cerrado. Con María Gadú de fondo rascando la guitarra para empeorar todo. La copia de su disco es parte de la entrega imposible que finalmente no puedo hacer.
Los edificios en domingo pueden ser mas amenzantes.
El reflejo del edificio cerrado me muestra una criatura que normalmente no soy, despeinada, desesperada, intentando cosas imposibles. Puedo ver en ese reflejo un animal que vive en mis profundidades, una criatura que no logro domesticar, que vive salvajemente a pesar de mis esfuerzos.
Y luego nada, como por instinto me recojo el cabello.
1 comentario:
Sí, la Gadú
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