La peor forma de comenzar un lunes es olvidando las llaves.
Uno intenta ser optimista porque es lunes y ya se sabe que las desgracias acontecidas en este día saben peor. En la puerta cerrada de mi oficina, saco el celular para mandar unos mensaje de auxilio a mis compañeros y me topo con la segunda microtragedia del día, los que llegan temprano tienen una reunión fuera y llegarán tarde.
Respiro hondo tal vez es una oportunidad para visitar a mi hermana en su oficina y de paso me invita desayuno. Soy una persona con suerte me digo mientra dejo el celular, tengo la opción de la oficina de mi hermana, a los diez minutos de decir esto estoy entrando al edificio donde está la oficina de mi hermana, pero oh! sorpresa no está y todos sus amigos que normalemente llegan temprano justo hoy no han llegado, me trago lentamnente mi discursito sobre mi suerte y me siento en las gradas a esperar.
Los lunes siempre estoy cansada así que no tengo voluntad de salir y volver al trabajo a esperar en la puerta, total , me digo, de todos modos voy a esperar en una puerta me ahorraré el traslado a mi trabajo.
Justo el fin de semana un amigo me contaba sobre un vez en la que dejó por olvido sus llaves en otra ciudad, yo le decía que los olvidos tienen su significado, el se justificaba explicandome que era un tiempo en que se olvidaba todo. "por eso mismo" le decía yo, quería hacerme un poco a la inteligente y sacar del olvido mis recuerdos sobre aquellas lecturas freudianas de la universidad, por suerte se me pasó el entusiasmo porque no me acordaba mucho y si mi amigo se ponía preguntón llegaría sentirme muy estúpida intentado hilar partes de teorías llena de telarañas.
En mi caso los olvidos tienen que ver con la cercanía del fin de año y las exigencias diarias que tengo de organización y mis intentos vanos de ir contra mi naturaleza de desorden.
Ya lo decía mi madre "ustedes me salieron bien en todo excepto en el orden", lo dice aun con algo de orgullo pues "todo lo demás" fuera del orden es un universo mucho sólido, el orden puede ser una virtud que acompañe o no a las personas, no se niega su utilidad pero tampoco hay que exagerar su virtuosidad. Por supuesto yo sentada en la puerta de una oficina cerrada a las 9:30 de la mañana empiezo a pensar diferente. Si tan solo hubiese puesto la llave a mi cartera no estaría aqui esperando.
Hasta hoy mis hermanas se rien a mándibula batiente de mis crisis de angustia ante la perdida de diversos objetvos en conflictivos capitulos de mi vida; aprovechan toda reunión familiar para hacer alusión a aquellos desenfrenados episodios de ira desconsuelo y gritos.
Aprecio el orden y la limpieza en general, mas dutante los momentos de arrependiemiento pero me es imposible adquirir el hábito. En la paciente minuciosidad que requieren, en la capacidad de ampliar el espectro de concetración que se hace necesario cuando uno está cortando un recorte de periódico, devolver la tijera a su lugar es una acción perturbadora cuando lo importante es no perder de vista esa noticia.
En diciembre por ejemplo me agarra la onda navideña y ya nada me importa sino tiene que ver con las vacaciones. Solo quiero irme, salir de aquí, apurar el final. Se organizan fiestas y despedidas y todo parece una insufrible agonía. La cuenta regresiva es una tortura. Enseguida llegan los familiares y las casas se llenan, abundan los niños y ahí caigo en cuenta que toda esa espera, la ansiedad del fin me lleva a un nuevo caos, el de las fiestas de fin de año. Así el orden es algo imposible, el orden el silencio, la quietud son cosas lejanas a cualquier realidad donde intervengan humanos, entonces para qué luchar contra la naturaleza?.
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