Mi nombre es Crispín Portugal Chávez nací el 17 de noviembre de 1975 y mi chapa es “el torcido” Vine al mundo un día lleno de niebla y frío, aparecí totalmente vestido a lo caballerito; crecí un poco y empecé a doblarme como un arco, comí mucho y nunca engordé y de ahí que comprendo que mi chapa sea “el torcido”. Pretendo reproducirme como el mejor de los conejos que cría mi abuela, fallecida hace poco. Y después morir sin cambiar mi nombre y mis apellidos. Crispín Portugal Chávez.
En un sobre manila doblado me entregaron los textos de Crispín, su esposa los mandaba. Había dentro hojas impresas, un par de hojas cuadriculadas con letra prolija, otras tantas muy dobladas, todas con una letra que iba de dulce y dibujada a veloz y aguda.
Intenté abstraerme de todo lo simbólico de esos papeles, hacer un trabajo técnico una transcripción, revisión y edición. Lo armamos con su esposa y luego nos tomamos unos te con tés.
Muchos amigos mandaron sus textos le escribieron aun ahora, todavía después de la presentación nos quedamos varios recordando las cosas que decía, lo que no hacía. Y yo muda solo escuché todos esos nuestros intentos de traerle un poco. Dijo el Osvaldo que su muerte es más grande que su vida, y tal vez es cierto.
Luego nos fuimos, tomé un minubús que me dejó todavía unas cuadras de caminata. Solo alcancé a caminar un poco, toda esa noche se me estaba arremolinando en el pecho así que paré para que salga todo de un vez.
Aun sobre mi colchón mirando las estrellas fosforescentes, sentí la oquedad de la tristeza.
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El libro es un recuerdo en sí, altamente recomendado, aporte de muchos recuerdos de todos para Crispín.
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