He quedado estancada en algunos libros. He abandonado un par, no les he puesto entusiasmo, pero este tono de “mea culpa” es más bien propio de una época pasada de mi vida y no de la valerosa que pretendo iniciar.
Que sea este un intento más por reiniciar, nunca es tarde supongo. El cyber espacio tiene un doble filo, nos libera y a la vez no hace caer en el ojo mismo de lo que huíamos.
No hay primera sin segunda y hasta una tercera hay en los bailecitos, así que aquí va el segundo intento por renacer en la blogósfera.
Justine, Lawrence Durrell
Me costó leer Justine, tal vez culpa de la traducción, tal vez solo de mi ocio y de la mala hora que escogí para leer. Solía ser una persona más solitaria, entonces me quedaba mucho tiempo para leer y escribir.
Pero bueno, el asunto es que terminé de leer Justine con todo. Muchas partes no las entendí muy bien pero me gustó mucho el tono confesional del autor, le creí todo desde el principio parece en verdad que dice cosas vividas y no inventadas, eso le da una fuerza propia al libro.
Otra cosa mágica es la descripción de Alejandría, es extraño pero me parece que es la misma sensación de asombro y horror que se tiene ante una ciudad como La Paz. Finalmente no podemos quedar inmunes a los lugares en que habitamos y que terminan por habitarnos a nosotros. Alejandría es una mezcla de caos, mugre y belleza, como Justine, una mujer hermosa pero abrumada por su existencia, víctima de sus propias emociones de su levedad que enamora y mata. Me recuerda a alguna amiga de la adolescencia por la que todos caían o resbalaban sin que ella haga el menor movimiento.
Algunos se sacan siempre los premios en las rifas, otros se derraman siempre algo cuando comen, algunos pierden en cacho sin pelarla una, y otros como mi amiga y Justine tienen siempre un séquito de enamorados eternos.
La cosa es que Justine encandila al narrador y a muchos otros y en la mezcla de todos esos amores, primero se va tejiendo la historia y luego se va enredando al punto tal que Justine sale con una que nadie se la espera: huye.
Deja a todos con los crespos hechos y sin mayor explicación desaparece de sus vidas sin respuesta posible por los demás, los amantes sin medida logran saber su paradero pero no se atreven a buscarla, algunos se resignan a perderla, otros ya la habían perdido tantas veces que no les extrañaba demasiado la reacción.
Pero la parte que más me gustó es la descripción de una mujer Clea, que también había estado enamorada de Justine, el autor dice que era como si ella estuviera hecha de miel y leche, eso me bastó para tener la total imagen de Clea y sentí con ella una absoluta sintonía. Yo estoy lejos de estar hecha de miel y leche y mas aun de enamorarme de alguien como Justine, pero hubo algo en Clea que me gustó, tal vez esa serena forma de tomarse el mundo, una tranquilidad y paz que solo da el sufrimiento conocido, aquel con el que se ha aprendido a vivir sin olvidar.
Al final Justine queda algo borrada, en el giro que su huida dio a la vida de los otros es tan fuerte en algunos personajes que Justine va desapareciendo pues las cosas que devienen superan su recuerdo.
Que sea este un intento más por reiniciar, nunca es tarde supongo. El cyber espacio tiene un doble filo, nos libera y a la vez no hace caer en el ojo mismo de lo que huíamos.
No hay primera sin segunda y hasta una tercera hay en los bailecitos, así que aquí va el segundo intento por renacer en la blogósfera.
Justine, Lawrence Durrell
Me costó leer Justine, tal vez culpa de la traducción, tal vez solo de mi ocio y de la mala hora que escogí para leer. Solía ser una persona más solitaria, entonces me quedaba mucho tiempo para leer y escribir.
Pero bueno, el asunto es que terminé de leer Justine con todo. Muchas partes no las entendí muy bien pero me gustó mucho el tono confesional del autor, le creí todo desde el principio parece en verdad que dice cosas vividas y no inventadas, eso le da una fuerza propia al libro.
Otra cosa mágica es la descripción de Alejandría, es extraño pero me parece que es la misma sensación de asombro y horror que se tiene ante una ciudad como La Paz. Finalmente no podemos quedar inmunes a los lugares en que habitamos y que terminan por habitarnos a nosotros. Alejandría es una mezcla de caos, mugre y belleza, como Justine, una mujer hermosa pero abrumada por su existencia, víctima de sus propias emociones de su levedad que enamora y mata. Me recuerda a alguna amiga de la adolescencia por la que todos caían o resbalaban sin que ella haga el menor movimiento.
Algunos se sacan siempre los premios en las rifas, otros se derraman siempre algo cuando comen, algunos pierden en cacho sin pelarla una, y otros como mi amiga y Justine tienen siempre un séquito de enamorados eternos.
La cosa es que Justine encandila al narrador y a muchos otros y en la mezcla de todos esos amores, primero se va tejiendo la historia y luego se va enredando al punto tal que Justine sale con una que nadie se la espera: huye.
Deja a todos con los crespos hechos y sin mayor explicación desaparece de sus vidas sin respuesta posible por los demás, los amantes sin medida logran saber su paradero pero no se atreven a buscarla, algunos se resignan a perderla, otros ya la habían perdido tantas veces que no les extrañaba demasiado la reacción.
Pero la parte que más me gustó es la descripción de una mujer Clea, que también había estado enamorada de Justine, el autor dice que era como si ella estuviera hecha de miel y leche, eso me bastó para tener la total imagen de Clea y sentí con ella una absoluta sintonía. Yo estoy lejos de estar hecha de miel y leche y mas aun de enamorarme de alguien como Justine, pero hubo algo en Clea que me gustó, tal vez esa serena forma de tomarse el mundo, una tranquilidad y paz que solo da el sufrimiento conocido, aquel con el que se ha aprendido a vivir sin olvidar.
Al final Justine queda algo borrada, en el giro que su huida dio a la vida de los otros es tan fuerte en algunos personajes que Justine va desapareciendo pues las cosas que devienen superan su recuerdo.
Una hebra luminosa en el tejido y enredo de Justine es la poesía de Constantino Cavafis:
"...La ciudad es una jaula./No hay otro lugar, siempre es el mismo/puerto terreno, y no hay barco/que te arranque de ti mismo.!Ah! No comprendes/que al arruinar la vida entera en ese sitio, la has malogrado/en cualquier parte de este mundo?
Durrell escribió tres libros más que con Justine forman el cuarteto de Alejandría. Ya estuve husmeando por Internet y resulta que cada libro es la descripción de un personaje ya aparecido en Justine. Para mayor atractivo el último se llama Clea.
Entonces, la misión está clara.
2 comentarios:
Hola estimada Claudia
Muy buen articulo el que haz publicado para actualizar este maravilloso blog literario que haz
creado desde la tierra indomable del poeta Tamayo.
Se que no es el lugar indicado para decir esto,pero lo digo, escribeme a mi mail,tenemos cosas literarias de las que debemos conversar digitalmente mas profundamente.
No te pierdas de la web esta vez,intenta tener regularidad en lo que publicas en este blog.
Saludos Lundicos
Hola Clau! ya 'toy aqui. Tengo el Cuarteto Alejandria, por si acaso. Era chiquita cuando primero "vi" Justine, y despues de la peli me entro curiosidad y me consegui en libros de segunda todo el cuarteto. Durrell es el ultimo de los hedonistas en mi concepto.
Te mando un abrazo de regreso,
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