No hay peor cosa que "tener" que divertirse.
EL boliches está lleno y la hora de la felicidad se va acercando conforme los vasos se vacían y las botellas empiezan a rotar con mayor velocidad. La gente baila, se rie de cualquier tontería, casi se puede decir que están contentos.
Durante meses he soñado con este momento, salir un fin de semana a tomarme unas cervezas y tener una noche de descontrol. Lo he planificado con exactitud. La tarea más difícil fue conseguir a la niñera ideal y como ciada del cielo apareció. Una chica joven, que vive por mi barrio, profesora de kinder y con ganas de trabajar. No le di muchas explicaciones sobre mi necesidad de desnfreno, tampoco hizo preguntas. Le gusta hablar, habla todo el tiempo pero pregunta poco, es de esas típicas personas que le incomdan los silencios por eso sabe muy bien como cubrirlos, tiene una habilidad impresionante para sacar temas de conversación. Yo escucho, respondo algo y sonrío, me alegro cada vez más de haberla encontrado. Para cuando sé exactamente como murió su madre y los problemas matrimoniales de su hermana, le explico que tengo que irme y que volveré como mala cenicienta, pasadas las 12.
Se queda viendo la tele, por fin silenciada por el bullicio del aparato.
Nunca le creo a la gente que alardea de sus noches de farra. La ley "cantidad no es calidad" se aplica perfectamente, por algún motivo quedarse hasta el final parece ser garantía de diversión. Más bien pienso que es la prolongación de una angustia con la sola esperanza de que algo milagroso pase y por fin uno pueda "divertirse". Hay muchas farras y trasnoches la mar de aburridos.
Yo veo a la gente baila y por alguna razón ya no siento nada. Ni emoción, ni fleicidad, ni sueño, ni nada. El tedio entra como un viento calmado que me aquieta en un rincón. Disimulo, porque las amigas esperan la cara larga para insistir en tragos y bailes.
Me pongo un poco reflexiva..... que es lo que realmente quisiera estar haciendo en este momento?.... nada, no hay respuesta, Y luego pum!! sí, quisiera hacer esa llamada, ocultarme en la noche y llamar. Pero ese es un capítulo de la "loca de mierda" que ya conozco y no voy a repetir.
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