Tengo una semana para salir todas las noches, mientras mi hija duerme con sus primos y recibe dulces de sus abuelos a 400 km de mí. Una espinita de culpa me pincha de cuando en cuando, acusándome por esta vacación de madre que me doy, pero facilito me olvido.
Sin nadie que me grite "leche" desde la otra habitación a las seis de la mañana el tiempo de remoloneo es saboreado al triple. Quedarme 10 minutos más dando vueltas en internet sin el terror de verla a ella sola en la puerta de la guardería. Ducharme cerrando la puerta, qué placer olvidado!!! es increible cómo se puede disfrutar de operías.
Anoche a las tres de la mañana aparecí parada frente a su cama cayendo en cuenta que no podía arroparle porque no estaba. Qué tonto se vuelve uno cuando extraña a alguien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario