Hace un par de días fue mi cumpleaños, y de lejos fue el peor que tuve en la historia. No quiero ni recodar los detalles que lo hicieron tan horrible pero ya en la noche asocié mis desgracia personal con una conversación que tuve con un amigo psicólogo hace algún tiempo.
Nos encontramos por casualidad despues de muchos años y me contó que había abierto su consultorio y que se dedicaba a él tiempo completo. Estábamos cerca de un feriado así que le dije, a modo de seguir la conversación, que al menos tendría un feriado para descansar. Pero él respondió que le costaba mucho cerrar su consultorio sobre todo los feriados y fines de semana que es cuando más llamadas recibía de sus pacientes. Normal, las festividades son los mejores momentos para esperar ciertas cosas y que no sucedan, de ahí el regreso a los conflictos existenciales, el regodeo en la propia desgracia.
La "normalidad" siempre ayuda de calmar las cosas, pueden echar pestes contra la rutina, pero no hay nada como perderse en la pautas marcadas y en lo que se tiene que hacer. Así mi amigo no trabaja en lunes, que es el día que nunca recibe llamadas de sus pacientes.
Tal vez los lunes son sus feriados, los días que él llama a su psicólogo.
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