Nuestros intentos eran tontos y sin embargo no podíamos evitarlos
cuando toda esperanza pareció diliuirse
nos acogimos al silencio
al anonimato
A escuchar de otros, a sospechar nuestras acciones, a intuirnos
el mar del silencio no bastó para callarnos
lo sellado con sangre estaba siempre gritando
Nos mareaba el trabajo, las novedades de la ciudad desconocida
pero algo se había fraguado entre las montañas
un eco, un ruido
nos tapabamos los oidos para poder vivir
necesitamos un pacto para vivir
pero al poco de no escucharlo volvíamos a él
incapaces de vivir sin nuestra condena
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