marzo 03, 2012

Oruga


En el jardín de mi madre las dalias crecen monstruosas, tiene tantos pétalos y son tan grandes que es imposible ver dónde empiezan y terminan sus corolas, algunas están tan grandes y cargadas de pétalos que sus tallos se doblan o se quiebran hasta tocar el suelo.
Hay varias plantas con huecos, son las orugas me dice mi madre, unos horribles bichos que se contorsionan en su gordura para poder moverse, tienen en sus cabezas dos dientes negros y filudos que les ayudan a perforar las hojas y engullírselas de a poco.
Mi madre se saca un pelo, toma una de las orugas y la amarra a un extremo la ahorca con su cabello mientras la otra gorda y desconcertada se retuerce confundida. Mi madre cuelga la oruga de una rama cercana mientras me explica que no sabe porqué pero que funciona, que es la única forma de que se vaya la plaga. Yo no lo entiendo, nunca entiendo esos rituales sin explicación pero los respeto mucho, me han funcionado varias veces. Igual y nos reímos, es medio loco tener a una oruga colgada de un cabello en medio del jardín como esos muñecos que se ponen en los barrios donde hay ladrones para advertir, para que sepan las orugas que estamos pendientes, que sabemos lo que están haciendo.

Se siente bien sentarse al sol, mirar las plantas, ver las orugas, estar ahí en el jardín como un pretexto para no hacer nada. Eso es lo que necesito ahora, no hacer nada, solo esperar. Tener paciencia. Desde hace varios años mis padres se han mudado lejos del centro, en el barrio donde viven ahora hay muchas cosas de campo. Se escuchan pocos autos, el río está cerca, se puede ver pasar vacas, chanchos y ovejas, en las noches croan los sapos, casi no hay micros y solo tenemos un vecino. Es la mejor locación para una película de terror o una de viejitos que quieren jubilarse, la verdad en eso andan mis padres ahora. Yo he caído de puro rebote. Casi podría decirlo literal, rebote porque después de la operación he quedado redonda he hinchada como una pelota, me dicen que ya se pasará que es por el suero y la inmovilización en el hospital. Intento caminar y así llegó al jardín y a la escena de las orugas.

Pienso que debo aprovechar este tiempo muerto, un tiempo sin hacer nada que casi nunca tengo, me angustio por todas las cosas pendientes que esta operación me ha obligado a dejar, pero me olvido pronto. Ahora no puedo pensar en nada más que en mi cuerpo pelota. Me gustaría aprovechar y escribir. Abro un archivo que tengo que se llama “realismo doméstico”, es una carpeta con Words extraños que empecé escribir y que a veces me da ganas de continuar. Hoy no es el caso, no he dormido bien porque la cicatriz me incomoda mucho, apenas puedo darme vuelta en la cama, pasé gran parte de la noche intentando encontrar una posición para dormir bien. No tuve suerte. Tampoco la tengo ahora porque no tengo ganas de continuar esos párrafos que me parecieron geniales en algún momento.

Estoy inflada, redonda y casi inmovilizada en la casa de mis padres, esperando que los tejidos de mi cuerpo se recuperen, que todo vuelva a su lugar. Me doy cuenta que no puedo escribir sobre nada más que no sea esto. Por ahí dicen que no hay que escribir de lo que no se sabe. Yo no podré escribir sobre grandes viajes o sobre historias sobrenaturales, con el realismo doméstico tengo por demás, por eso le puse ese nombre a la carpeta de borradores. Se lo escuché decir a una amiga y me pareció perfecto, qué drama, qué acción, que comedia más grande que nuestra vida cotidiana, que la realidad de todos los días?.

1 comentario:

lou dijo...

Este periodo sera el impulso de varias cosas mejores por venir lo se!La vida a veces es aleatoria es parte de la grandeza y la dificultad de estar vivo.

Vamos Clau ánimo!

Lou