junio 12, 2008

Cuentos ganadores Oscar Cerruto

Por las cosas extrañas y dichosas de la vida he presenciado la presentación de cuentos ganadores del concurso Oscar Cerruto, organizado desde hace dos años por el Centro de Estudiantes de la Carrera e Literatura de la UMSA.

El fruto de los dos años del concurso es un libro (tamaño "breve") con los textos ganadores. Se trata de cuentos cápsula, algunos enrevesados, anudados, que requieren de cierta sensibilidad, otros jocosos y de fácil digestión. Uno a uno se puede ir degustando de ellos, como caramelos cuyo sabor solo se determina al terminar de saborearlos. Dignos de coleccionar.

Lo ganadores del 2006 y 2007 han sido respectivamente:

Muñecas
Cristina Wayar

Para mamá fui siempre una muñequita, con vestidos de volados y cabellos bien peinados. También jugué a ser madre y mis muñecas fueron mis niñas; les ponía vestidos elegantes y cepillaba durante horas sus caballeras rubias para trenzarlas y ponerles lazos vistosos.

Sé de muñecas, lo juro; pero cuando mi marido me arranca el vestido y me tiene cogida de los pelos, no dejo de preguntarme: ¿No que los hombres no jugaban con muñecas?


…Conquista
Por: Diego Mejía

Bajó de la colina, con su andar preciso y corto, dispuesta y al acecho; sabía en lo profundo de su ser que la mejor forma de capturar, era volverse presa. Él no podía contener sus ansias al ver su silueta dibujada en la pradera, cuando le acosaba de espaldas, sabiendo que él descubriría su imagen, revelada por el aroma que dejaba en el viento. Así, le rodeaba lentamente, siempre alerta, ensombrecida por la cautela, pendiente de cada movimiento; mientras, él la seguía con el olfato creando figuras sobre la maleza y el forraje, girando siempre en torno sin quebrar el silencio de la hojarasca con un paso.
-aquí- decía una sombra.
-no, acá- parecía responder otra y, entre la quietud que dejaban las pausas y el vaivén de las ramas, solo unas risas seguidas de su propio eco rompían la espera.
-¡aquí!- gritó entonces una de las sombras ya en medio vuelo, mostrando alegre las fauces.
-¡no, acá!- parecía responder otra desde lo profundo y oscuro que había detrás de una sonrisa, él no podía contener sus ansias, jamás había tenido cena más feliz.

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