enero 30, 2009

El corazón de una historia quebrada, J.D. Salinger

Era como dejarnos con las ganas, un cuento medio corto con un título que se entiende luego. Al principio uno queda tan expectante esperando ese encuentro, como dice el M. Barrientos "toda relación amorosa es un golpe de suerte" y si la has vivido, culquier auqe haya sido su natiraleza y sobre todo sin improtar su final, entonces un relato bien iniciado podrá proveerte al menos recuerdos de los conquilleos iniciales.



Los detalles están perfectos, son intensos y reveladores, la boca semi abierta de una chica linda que lee un anuncio de cosméticos, esos detalles que son los verdaderos culpables de que las cosas lleven una a la otra. Y luego claro lo mas importante del cuento, que en realidad no lo es, es una intento deserlo y las posibilidades de continuarlo se van sumando una a una. Desde la más descabellada hasta las más sensata, todas una salida a callejón cerrado.



Más allá del mito, de toda la bruma puesta en Salinger, iniciada por él mismo y como siempre extralimitada por los medios, se entrevé un caracter fuerte al escribir una certeza de la mano mientras pinta las letras, una obediencia aprendida y fiel a lo que le dicta un ingenio literario irrefutable.

enero 23, 2009

Un perfecto día para el pez banana. JD Salinger

De Salinger me gustó la sordidez, leí Catcher in the rye hace muchos años cuando solo me gustaba leer y nada más, aun era un deseo primario. Luego cuando el nombre regresó con un interés mayor no pude recordar la trama, solo esa sensación de haber leído algo fabuloso. Aun no sé si estoy lista para leer otra vez esa novela, pero eso se verá.

Lo que sí leí fue "Un día perfecto para el pez banana", un cuento de apenas seis páginas, aporvechadas de la forma más feroz para atacar al lector desde la pura ternura y candidez hasta lo extremos del horror y la muerte.

Con un par de descripciones y diálogos uno puede estar en la playa busando el pez banana junto a Sybil, o sentir la efervecencia de su ternura rubia en bikini amarillo. Disfruto mucho de las historias que no me lo dicen todo, un poco mudas solo me dan pistas y me dejan imaginar, suponer, y eso me hace parte de la historia me involucra. La locura de Symour envuelta en bata, cubierta por una conversación ingeniosamente infantil, pero cargada de un dolor que no puede ocultarse, que sale ante la más ridícula de las provocaciones como la mira de una señora sobre sus pies.

También me hace perder esperanzas como escritora, por toda la leyenda de Salinger como genio oculto y excéntrico, porque en los cafés y en las tertulias literarias todos traen un tronillo suelto, una vida errática, una existencia desenfrenada, un algo que los llena de mística y rareza. Yo soy el perfecto modelo de la mujer promedio, nada muy interesante y aun así sigo aquí escribiendo con toda la desesperanza.

Ya me contagió Salinger, hasta aquí el post.

enero 19, 2009

Agua Quemada, Carlos Fuentes


Ese ejercicio mental de preguntarse quien estuvo aquí y de quien serían estas cosas que ahora uso, y que habrán escuchado estas paredes, como dice Johana:

¿Quién ocupa la habitación que alquilamos durante años cuando decidimos partir de una ciudad? ¿Quién acaricia a nuestros amantes cuando decidimos abandonarlos? ¿Quién consuela a nuestros amigos cuando estamos lejos? ...

Esas son las preguntas de partida de un libro lleno de inocentes coincidencias, un mundo de hombres nieto, padre, abuelo tienen por sirvienta a la señora que ha acarreado por años al niño inválido de la antigua vecindad, casa señorial antigua que antes fuera la casona real de aquel hombre dominado por su madre que no sabe que hacer cuando ella muere.

Las cosas que tocamos los lugares donde vivimos, no son solo eso, se queda el polvo de nuestra piel en ellos la emoción de nuestras voces, la salpicadura de nuestras lágrimas. Luego las dejamos, pero sus historias continúan sin nosotros.

Entretejidas está muchas más de las historias que imaginamos y creemos, tal vez solo coincidencias, tal solo jugadas diminutas de una plan magistral que ignoramos.

Una confesión ilustrativa: cada que me cambio de casa escribo en un lugar discreto (la pared de un ropero o detrás de la puerta), mi nombre y la fecha en la que llegué y me fui, con la vana esperanza de que el próximo inquilino haga lo mismo, que mi vida por ese lugar no se pierda del todo.

Sensasiones parecidas me ha traído este libro, sumada a mi tragedia personal con México son un perfecto lugar de disfrute de lo imposible, un bocado de añoranza.

enero 08, 2009

Justine, Lawrence Durrell



He quedado estancada en algunos libros. He abandonado un par, no les he puesto entusiasmo, pero este tono de “mea culpa” es más bien propio de una época pasada de mi vida y no de la valerosa que pretendo iniciar.
Que sea este un intento más por reiniciar, nunca es tarde supongo. El cyber espacio tiene un doble filo, nos libera y a la vez no hace caer en el ojo mismo de lo que huíamos.

No hay primera sin segunda y hasta una tercera hay en los bailecitos, así que aquí va el segundo intento por renacer en la blogósfera.


Justine, Lawrence Durrell

Me costó leer Justine, tal vez culpa de la traducción, tal vez solo de mi ocio y de la mala hora que escogí para leer. Solía ser una persona más solitaria, entonces me quedaba mucho tiempo para leer y escribir.

Pero bueno, el asunto es que terminé de leer Justine con todo. Muchas partes no las entendí muy bien pero me gustó mucho el tono confesional del autor, le creí todo desde el principio parece en verdad que dice cosas vividas y no inventadas, eso le da una fuerza propia al libro.

Otra cosa mágica es la descripción de Alejandría, es extraño pero me parece que es la misma sensación de asombro y horror que se tiene ante una ciudad como La Paz. Finalmente no podemos quedar inmunes a los lugares en que habitamos y que terminan por habitarnos a nosotros. Alejandría es una mezcla de caos, mugre y belleza, como Justine, una mujer hermosa pero abrumada por su existencia, víctima de sus propias emociones de su levedad que enamora y mata. Me recuerda a alguna amiga de la adolescencia por la que todos caían o resbalaban sin que ella haga el menor movimiento.

Algunos se sacan siempre los premios en las rifas, otros se derraman siempre algo cuando comen, algunos pierden en cacho sin pelarla una, y otros como mi amiga y Justine tienen siempre un séquito de enamorados eternos.

La cosa es que Justine encandila al narrador y a muchos otros y en la mezcla de todos esos amores, primero se va tejiendo la historia y luego se va enredando al punto tal que Justine sale con una que nadie se la espera: huye.

Deja a todos con los crespos hechos y sin mayor explicación desaparece de sus vidas sin respuesta posible por los demás, los amantes sin medida logran saber su paradero pero no se atreven a buscarla, algunos se resignan a perderla, otros ya la habían perdido tantas veces que no les extrañaba demasiado la reacción.

Pero la parte que más me gustó es la descripción de una mujer Clea, que también había estado enamorada de Justine, el autor dice que era como si ella estuviera hecha de miel y leche, eso me bastó para tener la total imagen de Clea y sentí con ella una absoluta sintonía. Yo estoy lejos de estar hecha de miel y leche y mas aun de enamorarme de alguien como Justine, pero hubo algo en Clea que me gustó, tal vez esa serena forma de tomarse el mundo, una tranquilidad y paz que solo da el sufrimiento conocido, aquel con el que se ha aprendido a vivir sin olvidar.

Al final Justine queda algo borrada, en el giro que su huida dio a la vida de los otros es tan fuerte en algunos personajes que Justine va desapareciendo pues las cosas que devienen superan su recuerdo.
Una hebra luminosa en el tejido y enredo de Justine es la poesía de Constantino Cavafis:
"...La ciudad es una jaula./No hay otro lugar, siempre es el mismo/puerto terreno, y no hay barco/que te arranque de ti mismo.!Ah! No comprendes/que al arruinar la vida entera en ese sitio, la has malogrado/en cualquier parte de este mundo?

Durrell escribió tres libros más que con Justine forman el cuarteto de Alejandría. Ya estuve husmeando por Internet y resulta que cada libro es la descripción de un personaje ya aparecido en Justine. Para mayor atractivo el último se llama Clea.

Entonces, la misión está clara.