febrero 11, 2009

Balthazar, Lawrence Durrell


Sí lo terminé de leer, pero me costó un poco creo que es por el estado narcoléptico que me esta poseyendo o porque era en verdad un poco doloroso destruir todas las imágenes de Justine, que está comprobado era como yo lo había sospechado la típica chica hermosa y confundida de la que todos inexplicablemente se enamoran, y tal vez peor.

La cosa es que un día en la isla perdida en la que se ha refugiado el relator aparece por una suerte del destino Balthazar, pero no viene solo sino con el manuscrito del refugiado y el manuscrito tampoco viene solo sino que trae a su vez todas las correcciones que Balthazar considera pertinentes, aclaraciones, percepciones, relatos de las mismas situaciones desde otra posición y entonces las concepciones anteriores se van calentando y perdiendo su forma inicial, una no sabe que pensar ya, confundida como se está junto al relator odio un poco más a Justine. Lejos de salvarla las explicaciones de Balthazar terminan de envilecerla, por supuesto es preciso aclarar que toda esta percepción del bien y el mal y la vileza de Justine tienen que ver con mi pasado de doce años de guardapolvo blanco y rezos en colegio católica de solo niñas. De ser mi amiga actual la habría perdonado, pero en fin no puedo quitarme la antipatía que me produce.

A todo esto se suma la descripción detallada de Pursewarden, un verdadero patán. Me recuerda a alguna persona indeseable que conocí. Su talante es de absoluto poderío sobre el mundo y sus habitantes, como si ya hubiera descifrado la verdad del universo y las inquietudes y preocupaciones de los mortales no solo le produjeran risa sino desprecio por mostrar tan abiertamente su debilidad. No ha duda de las dotes que tiene pero en como cargar con un tesoro que no hace contra cosa que hundirle en el piso.

En fin, ahora que me doy cuenta creo que ese ha sido el problema, mi problema con Balthazar, me ha referido a demasiadas gentes indeseables y esto sumado al sueño que me persigue hizo que no tenga tantas ansias por leerlo. Bueno así es la literatura, a veces nos llega a lugares desconocidas a otras a aquellos que hemos querido olvidar.

3 comentarios:

LaLola dijo...

Mi querida Clau,

Balthazar es un himno a esa Alejandria que es tanto adorable como despreciable. No te olvides que, como elmismo Durrell dijo en Justine, todo es invención del narrador. NO hay semejanza o reminiscencia de personas reales, es sólo la ciudad. Y es que eso fue Alejandría.
Egipto es, como te diria, una mezcla de amor-odio que se experimenta, desde el nacimiento del Nilo, hasta que se baja lejos, fuera de sus aguas, y se anida en Khartoum, Sudan. Lo que sucede es que nadie puede quitarle a la ciudad esa patina monstruosa a la vez que seductora, entrenada en miles de años para contraponer lo uno con lo otro. La consecuencia fatal? Te atrapa. Me quede en Egipto un buen tiempo. El antidoto es Israel.
No me cites.

LaLola dijo...

Ah, me olvidaba. Te falta Mountolive y Clea. Mountolive misma edicion que Balthazar. Clea esta en español.... pierde un montón, pero igual. Te reconcilia.
El misterio, el lado oscuro, aquello que arroja sombras... es lo primero que buscamos antes que la luz o el orden. Así somos.
Otro tema: violeta, salmón, verde botella --Colores Benetton, je!

Clea dijo...

En este momento estoy empezando Balthazar y coincido contigo en que Justine al final es bastante emplumante y también con que Clea es uno de los mejores personajes. Si alguien tiene los libros en ingles, que avise pa que me preste, porque sólo los tengo en español y quisiera comparar.