mayo 06, 2010

Duermo a sus pies,
a la espera de cualquier sonido suyo.
No es posible que se enferme dos veces seguidas, pago el peso de mis culpas acostada en el piso, esperando su tos.
Es un virus, me digo, no tienes nada que ver con esto. Pero eso no me dicen los ojos de la gente o esta piedra opa que se me atora el pecho. Odio a la escuela de monjas y la maldita culpa que me inculcó.

No hay comentarios: