mayo 20, 2010

No pudo explicar a la peluquera por que lloraba,la dueña del local tenía las tijeras detenidas en el aire cuando le preguntó por tercera vez si estaba segura de cortarse el cabello. Sentada en la silla, con la bata plástica cubriéndole hasta los pies, solo pudo asentir con la cabeza.

Minutos antes estaba frente al espejo pensado que sería la última vez que se vería así. Lo tenía decidido. Es verdad que el cabello vuelve a crecer, pero hay situaciones que deben cortarse para siempre y mantener una poda disciplinada sobre ellas para evitar su crecimiento enredado y dificil de alisar.

Lloró sin hacer ruído, dejando correr las lágrimas sin molestarse en limpiarse las mejillas, ni la nariz.
Cuando le pasaron la brocha seca y gorda por el cuello ya estaba tranquila.

Durante la tarde trabajó mucho, el repuesto que había comprado para su puerta no era exacto, fue necesario lijar, conseguir otros tornillos y golpear con el martillo para finalmente terminar el trabajo.

Sintió calor y en un movimiento automático quizo tocarse el cabello. Le sorprendió darse cuenta que esa ausencia le aliviaba. Le hacia sentirse libre, liviana, como si hubiera perdido peso.
Tomó las llaves nuevas de su casa y cerró con dos vueltas su flamante cerradura.

1 comentario:

Eddy Morales dijo...

La renovación siempre alivia y libera. A mi ya no me nace más cabello, y tal vez por eso me siento liberado de la presión de andarme peinando para que los demás me vean bien. Esa preocupación desapareció definitivamente