diciembre 29, 2012

Las vacaciones son el tiempo perfecto para romper las rutinas, comer demás y caer en la inercia del ritmo de las fiestas.
Mi padre mira un programa de "todovale" un ring donde dos tipos con guantes se rompen a trompadas, lo ve sin parpadear con el volumen alto porque hace tres semanas que se lo viene perdiendo. Todos los niños que inundan la casa se apoderaron de la tele y con ella de cualquier otra programación diferente a la infantil.
"Que le den su lechita y a dormir" dice el réferi mexicano cuando le dan un nock out a uno de los jugadores, mi padre se mata de risa en su sillón, tiene más de sesenta años mi papá y según me confesó la otra noche mientras tomábamos un té, cree que está viviendo la yapa de su vida en realidad a él llegar a sesenta ya le pareció un milagro. Verlo reírse así, me reconforta pues parece lejos de cualquier cosa que pueda arrebatarlo de nuestro lado.
En esta casa no se cena, se toma un té o un café al final de la tarde. Intento en vano explicar a mis amigos cochalas que el té no es como el té inglés y toda su ñoña mitología, pero con su bagaje gastronómico les es imposible comprender que un té es solo un té y no una ceremonia tonta de tacitas de porcelana. Todavía más específicos son los tés de mi familia, esos ni intento explicárselos a nadie, pero ahí suceden muchas cosas. Se cierran círculos se construyen recuerdos, se escriben epitafios.
El té o el café, o cualquier cosa que se tome no tiene ningún sentido si no es por las cosas que se dicen, por los silencios que se sostienen, por la interrupciones de los niños.

Una tarde decidieron mover un molle pequeño que estaba en el jardín, trabajaron toda la tarde, sacaron muchas rocas pero la raíz del arbolito se metía en todos los recodos de la tierra, serpenteando por todos los rincones. Al final de la tarde decidieron no moverlo más, les ganó con cincuenta centímetros de altura y tres metros de raíz.
Fue en una de las veces que tomamos té que mi papá me pidió que entierre sus cenizas debajo de ese molle, le pregunté porqué aunque era obvio, sorprendido quizá por mi pregunta y seguro del aura de cursilería de su confesión dijo intentando darle un connotación práctica a su deseo poético "es que no hay como descansar debajo de un árbol".

diciembre 11, 2012

sobre el orden

La peor forma de comenzar un lunes es olvidando las llaves.
Uno intenta ser optimista porque es lunes y ya se sabe que las desgracias acontecidas en este día saben peor. En la puerta cerrada de mi oficina, saco el celular para mandar unos mensaje de auxilio a mis compañeros y me topo con la segunda microtragedia del día, los que llegan temprano tienen una reunión fuera y llegarán tarde.

Respiro hondo tal vez es una oportunidad para visitar a mi hermana en su oficina y de paso me invita desayuno. Soy una persona con suerte me digo mientra dejo el celular, tengo la opción de la oficina de mi hermana, a los diez minutos de decir esto estoy entrando al edificio donde está la oficina de mi hermana, pero oh! sorpresa no está y todos sus amigos que normalemente llegan temprano justo hoy no han llegado, me trago lentamnente mi discursito sobre mi suerte y me siento en las gradas a esperar.

Los lunes siempre estoy cansada así que no tengo voluntad de salir y volver al trabajo a esperar en la puerta, total , me digo, de todos modos voy a esperar en una puerta me ahorraré el traslado a mi trabajo.

Justo el fin de semana un amigo me contaba sobre un vez en la que dejó por olvido sus llaves en otra ciudad, yo le decía que los olvidos tienen su significado, el se justificaba explicandome que era un tiempo en que se olvidaba todo. "por eso mismo" le decía yo, quería hacerme un poco a la inteligente y sacar del olvido mis recuerdos sobre aquellas lecturas freudianas de la universidad, por suerte se me pasó el entusiasmo porque no me acordaba mucho y si mi amigo se ponía preguntón llegaría sentirme muy estúpida intentado hilar partes de teorías llena de telarañas.

En mi caso los olvidos tienen que ver con la cercanía del fin de año y las exigencias diarias que tengo de organización y mis intentos vanos de ir contra mi naturaleza de desorden.

Ya lo decía mi madre "ustedes me salieron bien en todo excepto en el orden", lo dice aun con algo de orgullo pues "todo lo demás" fuera del orden es un universo mucho sólido, el orden puede ser una virtud que acompañe o no a las personas, no se niega su utilidad pero tampoco hay que exagerar su virtuosidad. Por supuesto yo sentada en la puerta de una oficina cerrada a las 9:30 de la mañana empiezo a pensar diferente. Si tan solo hubiese puesto la llave a mi cartera no estaría aqui esperando.

Hasta hoy mis hermanas se rien a mándibula batiente de mis crisis de angustia ante la perdida de diversos objetvos en conflictivos capitulos de mi vida; aprovechan toda reunión familiar para hacer alusión a aquellos desenfrenados episodios de ira desconsuelo y gritos.

Aprecio el orden y la limpieza en general, mas dutante los momentos de arrependiemiento pero me es imposible adquirir el hábito. En la paciente minuciosidad que requieren, en la capacidad de ampliar el espectro de concetración que se hace necesario cuando uno está cortando un recorte de periódico, devolver la tijera a su lugar es una acción perturbadora cuando lo importante es no perder de vista esa noticia.

En diciembre por ejemplo me agarra la onda navideña y ya nada me importa sino tiene que ver con las vacaciones. Solo quiero irme, salir de aquí, apurar el final. Se organizan fiestas y despedidas y todo parece una insufrible agonía. La cuenta regresiva es una tortura. Enseguida llegan los familiares y las casas se llenan, abundan los niños y ahí caigo en cuenta que toda esa espera, la ansiedad del fin me lleva a un nuevo caos, el de las fiestas de fin de año. Así el orden es algo imposible, el orden el silencio, la quietud son cosas lejanas a cualquier realidad donde intervengan humanos, entonces para qué luchar contra la naturaleza?.

noviembre 23, 2012

Miedo a los perros

Soñé con un  perro enorme que se me avalanzaba para hacerme cariños, era de esos pastores alemán grandes y peludos, se restregaba contra mi, me daba cabezasos cariñosos y lenguetazos húmedos. A mi me daba mucha risa esa avalancha de cariño canino, igual le correspondía porque los perros me gustan desde que tengo mi perra Lola, antes les tenía miedo, mucho miedo y eso según dice hace que los perros se den cuenta y te ladren, esa historia de que sienten el miedo fue la historia de mi niñez y gran parte de mi adolescencia.

Gracias a ese miedo memoricé la cábala que me enseñaron mis compañeras católicas, entonces yo también lo era claro, uno no tenía alternativas, muy rápido aprendí eso de "San Roque amarrá a tu perro" repetido como un mantra infinito ni bien detectada la presencia del perro en cuestión. Funcionó un par de veces, tal vez más porque yo me creía tanto que funcionaba que me relajaba y el perro no percibía mi miedo, no tanto porque de veras San Roque fuera tan eficiente. 

Desmoronado el castillo de la verdades católicas la cábala de San Roque quedó sin efecto, y aunque podría gozar de los beneficios y libertades antes restringidos por los prejuicios católicos la verdad es que en el tema de resolver mis temores caninos no tenía nada. Sentía que San Roque se reía de mi "ahí va la agnóstica  ja ja ja ja ja, ahora qué vas hacer con este hermoso cachorro furioso en tu camino, aa es que la señorita no cree, pues jódase! jódase!" y me jodí la verdad. 

Corrí mucho por aquel tiempo, también caminé mucho porque tenía tanto miedo de los perros que prefería darme vuelta y rodear todo el manzano antes que pasar cerca cualquier perro. También usaba morrales que daba vueltas como certeros bólidos para amedrentar a los perros más inteligentes que me atacaban cuando ya no podía correr atrás. Nunca me mordío ninguno, ganas no les faltaban pero yo tenía una variedad de estrategias para evitarles, la más cara y peligrosa fue la de los acompañantes porque que estuve a punto de perder varios amigos y un par de pretendientes que recibieron la mordida de mi parte. 

Me mantuve firme en mi miedo y en no repetir la cábala "sanroquera".  Valió la pena pues un día tuve un reencuentro canico con la perra de un amigo mío a cuya casa caía o resbalaba sin proponérmelo. Suele ocurrir eso de que uno no se da cuenta cómo pero termina frecuentando la casa de un amigo con una repetición vergonzosa, pero como el dueño de casa no parece molestarse pues entonces uno pasa la línea de la confianza sin dificultades. 

Así conocí a su perra. Tenía un pelo entre amarillo y blanco, era grande y lo único que hacía era acercarse y esperar que alguien le rasque la cabeza. Era sencillo y además tenía la gracia adicional de que la perra se relajaba tanto con la rascada que a los poco minutos caí dormida. Era muy gracioso porque era un sueño corto del que despertaba con ganas de que le rasquen más y así podía estar toda la tarde, era buena esa perra, linda y mansa, tranquila y obediente. La trataban como un verdadera dama, lugar ganado con creces por ella misma, "por favor anda afuera" le decía mi amigo en el excato tono que usaba para pedir algo a cualquiera de sus amigos, la perra se levantaba elegante y digna, salía de la habitación sin ningún aspaviento, probando su inteligencia y dominio de las órdenes humanas. Yo me enamoré de ese animal porque era la némesis de esos malditos perros malvados que siempre querían mi pantorrilla de cena.

Aunque la frecuencia de visitas a la casa de mi amigo diminuyó supe pronto que la perra estaba preñada y que él, como siempre en todo lo que hacía, le prodigaba los cuidados dignos de todo obsesivo compulsivo. Se leyó manuales de veterinarios, miró todos lo programas televisivos sobre  partos caninos y se hizo de un nuevo mejor amigo, el veterinario. Yo por supuesto quedé desplazada dados mi precarios conocimientos del mundo animal, pero de tanto en tanto como todo padre primerozo mi amigo recordaba que antes del afán del embarazo él tenía una vida y de alguna forma que ya no recordaba, yo era parte de esas vida además que tenía igualmente el síntoma de padre primerizo más detestable: necesidad de escucha. Necesitaba decir su verdad y los detalles de todos sus saberes recientemente adquiridos y yo fui simpre una perfecta víctima para eso.

Es impresionante toda la cantidad de información que acumulamos para disminuir nuestra angustia. Tanto sabía del asunto de la perra embarazada y de lo que le pasaría cuando nazcan sus cachorros que hasta yo terminé aprendiendo algo.

Finalmente nacieron los cachorros, eran ocho, solo un macho el único amarillo, todas las demás negras como la noche, supimos luego que sus abuelos eran negros aunque el padre era café. En realidad el propósito era que los cachorros sea amarillos y cafés pero para variar la madre naturaleza hizo por ahí una bromita solo para dejar claro que en temas de genes ella manda. 

Me salté a propósito el capítulo del celo y cruce porque lo poco que sé de eso es que la perra regresó del encuentro amatorio, indignada y maltrecha; no se acercó a su dueño por una semana ni para que le rasquen la cabeza. 

Los cachorros eran lindos y bulliciosos, crecieron fuertes cagando y meando por doquier con todos los cuidados de mi amigo y su nuevo mejor amigo el veterinario, pero como todo ser vivo llega un momento en el que deben emprender el camino de la vida por cuentra propia. Para cuando eso sucedió yo estaba emabrazada y desempleada, la combinación perfecta de la depresión y del poder pero esto último lo supe mucho mucho después y ni siquiera ahora podría explicarlo. En punto es que entre risa y risa fui tomando cariño a los cachorros, mis días pasaban entre ataques de miedo por mi futuro y la visitas a mi amigo y sus cachorros. No tenía plata y la promesa de que la wawa viene con un pan debajo el brazo me parecía una más de toda la sarta de cursilerías tontas y edulcoradas alrededor de la maternidad. 

Vivía de unos ahorros pero era evidente que más pronto que tarde tendría que recurrir a la caridad paterna. Por supuesto la peor idea era criar un cachorro ya que en breve tendría un cachorro humano a mi cargo, lo pensé mucho y era evidente que era una locura, una mala idea, un suicidio, por lo mismo lo hice.
Embarazada y desempleada pasé cinco meses en la fiebre de la crianza canina, leí libros de entrenamiento, enseñé a la criatura a mear y cagar fuera claro que después de limpiar al menos una tonelada de cacas y una cisterna de meados caninos. Tuve que pedir disculpas a familiares y vecinos por zapatos, camisas, calzones, mangueras, y un largo etcétera de artículos masticados.

En un par de ocasiones maldije mi único antojo de embarazada, el tener un perro, pero luego me tranquilizaba ella misma con cariños y esa su oscuridad tan linda. Los libros decían que era cuestión de tiempo que al año se tranquilizaban. Cuando nació mi criatura humana fue exactamente como si le hubiera nacido una hermana, nos alejamos un poco pero las predicciones de los libros se cumplieron. 

Pasaba muchas noches en vela calmando los cólicos de la wawita, cuando lograba tranquilizarla  era yo la que no podía dormir, entonces salía de la cama y me sentaba a leer algo o solamente a esperar que amanezca. En esas angustiosas noches de madre primeriza la Lola venía a enroscarse a mis pies, a sentarse a mi lado dando una vuelta sobre sí misma como hacen los perros, y se quedaba conmigo acompañándome en los momentos más borrascosos de la madrugada. Sentada en la penunbra sentía su presencia canina a lo largo del pasillo, caminando directo hacía mí.
Definitivamente mis tiempos de miedo a los perros había desaparecido.

noviembre 15, 2012

Tengo una horrorosa necesidad de hacer manualidades, debe ser la cercanía de la navidad o esta maternidad galopante que llevo encima. Parece que eso de "preparar el nido" tiene cierta verdad, finalmente somos humanos, los instintos tienen su poder.
Para combatir esta difícil patología me he inscrito a un curso de embarazadas, ocho muejres sentadas sobre pelotas haciendo ejercicios de respiración, es patético visto desde la mirada de toda persona que no esté en esta situación, especialmente de aquello no tan normales pero que no quieren tener hijos y la solo idea les produce urticaria.

Yo tengo mala suerte en los temas de escucha, es decir yo escucho bien pero es a mí a quien nadie escucha y sobre todo que no me siento escuchada, así que hablar de temas de maternidad lo dejo para mi blog donde escribo lo que se me pegue la gana, con la secreta esperanza de que no sea taaan aburrido. La familia escucha pero por el teléfono hay cosas que no son lo mismo, mis amigos son en gran parte hombres o mujeres de esos alérgicos al tema, además de que me den un abrazo ante la noticia no puedo pedirles que se interesen demasiado en el asunto. Yo tampoco me interesaba en el asunto, a mi también me deprimían las mujeres que solo hablaban de embarazasos y wawas, pero como nadie aprende en cabeza ajena solo cuando estoy en la situación me hace falta hablar así que la clase de embarazadas es un hueco en la vida sorda a estos temas, lo mejor es que la profe no se queda en la cursilería melosa de la maternidad sino que da información técnica muy útil, cosas que no voy a detallar aquí para no aburrir a nadie.

La última parte del ejercicio es la relajación, respiro profundamene sentada en una pelota levanto los brazos y me pregunto cómo es que yo llegué aquí?. Mis cuestionamientos sobre la edulcorada visión de  la madre se han vuelto más encarnizados con la experiencia, odio profundamente el color rosado y el celeste, escupo tres veces sobre la virgen María y todas las cosas que en su nombre espera la iglesia y sus seguidores de las mujeres, escucho con atención la lista de padres irresponsables de la radio deseo, aunque sea por internet y diferido.
Es una pena que una experiencia tan poderosa sea reducida a ropa horrible, sacrificio y cursilería de la peor calaña.
Sentada en esa pelota solo puedo pensar que lo único que realmetne quiero es que nazca y viva, ojala yo pueda ayudarle. La vida es una mierda pero cometida la irresponsabilidad de concebirle solo quiero que la viva que finalmente es lo único que podemos hacer todos.

noviembre 05, 2012

Entusiasmo

El problema es el entusiasmo, entuasiasmarse. No sirve de nada eso. Pronto, demasiado pronto uno se da cuenta que el entuasiamo no sirve de nada.
Una noche yo le leía un cuento a la Lucía, creo que se estaba aburriendo porque de pronto se entretuvo con los botones de una chompa que yo tenía puesta. Yo me hice a la loca y seguí leyendo, pero ella agarró los extremos de la chompa en intentó pasar los botones por el hojal. Tiene tres años así que según las teorías de desarrollo de los niños recién está desarrollando su motricidad fina. Ella ajena a esas teorías y aburrida de mi cuento intentaba pasar el botón, sus dedos no lo lograban, cuando era evidente la ridiculéz de mi lectura me callé y dejé que siga intentando. Se tardó mucho pero finalmente logró abotonar uno. Luego continuó, eran como diez botones pero ella ni calculó la cantidad ni nada, solo quería intentarlo y de hecho solo llegó al tercero con mi ayuda porque la que se estaba durmiendo era yo.

Yo tengo un historial de intentos fallidos, la iyección del entussiamo es muy efectiva en mi, pero solo para algunas cosas. Veo algo que me interesa y el entusiasmo me inunda al punto que no logro dormir, no estoy tranquila hasta que algo realmetne sucede en mi vida al respecto. Así aprendí a ensartar hilos en la máquina de coser, a hacer burbujas con las manos, a silbar y a jugar Teken.
Curiosamente nunca me sirvió para nada realmetne útil. Sin embargo es una condena, no puedo librarme de eso, me persigue sin importar lo tortuosa o simple que se torne mi vida, soy tontamente entusiasta.
Solo que ahora me viene una variante, son los años lo sé 32 no pasan en vano. Ahora sigo siendo tonta e ilusa, pero al menos sé distinguir entre las tareas imposibles y lo que requieren disciplina.
Uff!! 32 años para eso!.

Al menos por ahora la Lucía me cree la master de las burbujas, con eso me basta.

noviembre 01, 2012

Sobre música

Algunos pensamientos sobre música:

En la radio Deseo había un programa de música experimental, como parte de su presentación la conductora decía que lo importante no es qué música te gusta sino poder escuchar una gran variedad para tener de donde elegir. Su programa tenía "música" super extraña, contemporánea le decía, como a todo lo que no se entiende. Sonaba un tintinéo luego tres minutos de silencio, yo revisaba la radio para ver si no se había desconectado o por si se había perdido la sintonía, pero no, así siempre era el temita.

Un amigo de la adolescencia que me regalo casettes de REM, con tapita impresa en su flamante impresora como gran cosa, y cuadernillo con las letras de complemento, me confesó un día entre risas y restos de verguenza que la música empezó a interesarle más allá de lo que se ponía en la radio cuando se volvió fan de Bon Jovi.

Siempre me gustó la música de las personas mayores, las zambas, los valses y la música de bandas. Eso es lo mío. Quise acercarme al rock con vehemencia, y me gusta algo, pero más por toda la aura que envuelve a sus fans pero era, en mi caso, muy evidente que era forzado.

Tuve una época intensa de valses peruanos, intenté que la música no me siguiera para ayudarme así a digerir ese tiempo salvaje y felíz, por ende irrepetible, pero fue imposible. Yo también quisiera cantar música aforperuana pero sobre todo valses.

Es cierto, cada quiern tiene la banda sonora de su vida. Es inevitable, por eso la música tien tanto éxito aunque sea regeeton, la música nos trae cosas de vuelta y estoy empezando a creer que hasta nos permite ordenarlas mejor vivirlas un poco aunque sea en dos minutos.

Tengo amigos que conocen miles de bandas, todos sus albums, sus giras actuales y futuras, hablar con ellos de esos temas es perderse en un lenguaje desconocido, da verguenza responder siempre "ni idea" cuando te preguntan si conoces a tal o cual manda. Un destello de ofensa en sus ojos me obliga a permanecer bajo perfil cuando surgen esas conversaciones.


Una chica en el facebook, que conozco poco de esas personas que uno pone como conocidos pero con el tiempo se hacen desconocidas, esa chica puso "cuando sea grande quiero ser cantante afroperuana", le puse "me gusta" porque yo también.

octubre 29, 2012

Lunes

Hace un par de días fue mi cumpleaños, y de lejos fue el peor que tuve en la historia. No quiero ni recodar los detalles que lo hicieron tan horrible pero ya en la noche asocié mis desgracia personal con una conversación que tuve con un amigo psicólogo hace algún tiempo.

Nos encontramos por casualidad despues de muchos años y  me contó que había abierto su consultorio y que se dedicaba a él tiempo completo. Estábamos cerca de un feriado así que le dije, a modo de seguir la conversación, que al menos tendría un feriado para descansar. Pero él respondió que le costaba mucho cerrar su consultorio sobre todo los feriados y fines de semana que es cuando más llamadas recibía de sus pacientes. Normal, las festividades son los mejores momentos para esperar ciertas cosas y que no sucedan, de ahí el regreso a los conflictos existenciales, el regodeo en la propia desgracia.
La "normalidad" siempre ayuda de calmar las cosas, pueden echar pestes contra la rutina, pero no hay nada como perderse en la pautas marcadas y en lo que se tiene que hacer. Así mi amigo no trabaja en lunes, que es el día que nunca recibe llamadas de sus pacientes.

Tal vez los lunes son sus feriados, los días que él llama a su psicólogo.