diciembre 26, 2009

Dulce y necesaria

Hoy me sentí una reina.
Estaban olvidados los tiempos en los que buscaba acompañante para que me llevaran a las fiestas; ahora a mis 29 años camino con mi padre bajo la lluvia, es de noche y no nos decimos nada. Ya no pone su mano en mi hombro, sabe que podré saltar los charcos. No le importa desviarse de su camino me deja en la puerta y espera que me abran, desde una distancia prudente me agita la mano para despedirse. Sabe que ya no puede cuidarme, que me ha enseñado todo para que pueda defenderme, pero esa danza del pasado es dulce y necesaria.

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