diciembre 25, 2009

Volver

A veces sueño que escribo, son de esos sueños reales que al despertar queda la sensación certera de haberlos vivido. Soñé que tenía la frase perfecta para comenzar este post, es más estoy segura que la tenía, al mismo tiempo sabía que como era una frase salida del inconciente era fácil de perderla, por eso la repetía como un rezo, una y otra vez, pero finalmente como todo lo de los sueños se ha borrado.
Es bueno volver a esta ciudad después de un tiempo, todo se ve nuevo, lavado, un poco más blanco. Temo que se va acercando el día en que no tendré donde volver, espero que sea también el tiempo en que las cosas vuelvan a mi, supongo que hay un ritmo natural, una parsimoniosa ruta obligatoria de la vida.

La casa nueva es pequeña, esta en las afueras y parece lejos de la ciudad, pero en realidad es que la ciudad sigue chica y todo lo que no sea el centro está fuera de la ciudad.

Hemos vivido tantos años juntos pero de a poco se va revertiendo la cifra a los años que hemos dejado de hacerlo, ahora nos esforzamos por encontrarnos, por reconocernos, por hablarnos, la familia puede ser un lugar tan extraño.

Jugamos sapo toda la tarde, un juego de chichería, lanzando tejos y sumando puntajes, hay niños y perros, viejos y adultos. Siempre fuimos una familia silenciosa, nuclear, amantes todos del silencio, al menos de nuestro silencio familiar. Es un refugio seguro el silencio, caer en esta familia me ha ayudado a callar, en el sentido saludable del verbo. Aunque la casa se ha vuelto escandalosa con los niños, están siempre estos espacios de silencio familiar compartido, lapsos que no pueden medirse donde no es necesario hablar, la incomodida del silencio no existe y eso es un alivio tan grande para mi.
A veces no soy mucho de esta familia, a veces hablo demasiado, tiendo a querer expandirme, soy una extraña olla a presión que no logra controlarse, luego hago cosas ridículas como llorar en la ducha o cotar tapas de cartón, hay otras formas de hablar, de sacar el vapor.
Mis padre en el inicio de su vejez han decidido comenzar una nueva vida, se han deshecho de todo, es como si se hubiesen cansado de las cosas, ahora tienen una necesidad de levitación, de sentirse livianos, libres. Han acumulado cosas en su vida, muchas cosas, sin quererlo tal vez, ahora con lo esencial en su casa pequeña se ven frescos, más risueños, incluso sus manías son nuevas, quieren un vejez simple.

Quisiera escribir algo sobre la Lucía, sobre sus días aquí, no se me ocurre nada, veo su ropa que ya no le entra, su mamadera que se le termina, solo así me doy cuenta que va creciendo.

Quisiera que ella también tenga un lugar para volver.

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